Existe una marcada tendencia a confundir el obrar de una persona con la persona que obra. En este mundo amigo de las ocupaciones y  el activismo, los seres humanos se han transformado en “quehaceres humanos”, máquinas de producir y producir. Aquellos que desarrollan una buena aptitud para “hacer cosas” son tildados de triunfadores y exitosos, mientras que aquellos que dedican más tiempo a la reflexión y a las cosas eternas pierden su tiempo. No somos lo que hacemos, hacemos lo que somos. En nuestras agendas se reflejan nuestros valores y en nuestras actividades, nuestras prioridades. Esta sutil tendencia se ha introducido aún en la misma iglesia, donde aquellos “capaces” y con ministerios públicos, escalan y ocupan puestos de liderazgo, pues se supone que hacen tantas cosas que deben ser muy espirituales y aprobados por Dios. Déjame decirte que a Dios no le impresionan tus obras, sino la transparencia de tus motivaciones y tu corazón contrito y humillado. Dios puede usar al que quiera, inclusive a un asno, si es necesario, pero esto no convierte al asno en un consagrado siervo del Señor. El mismo Rey Saúl, hombre de tendencias carnales, celoso, envidioso y desobediente, profetizó lleno del Espíritu de Dios. Fue tal la sorpresa de sus contemporáneos que llegó a ser un dicho popular de aquel entonces: “Mira, hasta Saúl entre los profetas”. Dios quiso entregar su Palabra, y en su Soberana Gracia escogió a este hombre casi en contra de su propia voluntad.

Esto no significa que no importa mi estado espiritual, total Dios usa a quién quiera, esté como esté. Pero esta verdad bíblica es necesaria para “bajar los humos” a todos aquellos que se equivocan tratando de impresionar a Dios con su logros, descuidando su reales motivaciones. Nunca olvides que Dios no mira como mira el hombre, porque el hombre ve lo que está delante de sus ojos (logros, metas, éxito, actividad), pero Dios mira lo que hay en el corazón (confesión, lágrimas, quebranto y sinceridad).

Pensamiento del día:

Ser un discípulo de Dios demanda mucho más que el hacer cosas buenas para Dios.