Desprenderse de algo o de alguien que amamos intensamente, genera en nosotros cierto “duelo” por lo perdido. Ese duelo es algo progresivo que atraviesa varias etapas. La primera podemos pensarla como un momento de IMPACTO. Es cuando lo que estaba ya no está más; pero ese estado es tan fuerte que luego hay otro momento que funciona como al resguardo del dolor, CONSERVANDO LA ILUSIÓN DEL OBJETO PERDIDO. Para no entrar directamente en un dolor insostenible, nuestras emociones se resguardan y aparecen allí conductas como: conectarse con un perfume que me recuerda a… o miro las fotos de… o hablo todo el tiempo de un trabajo del que me despidieron…o espero ese mensaje, o ese llamado, y estoy pendiente del teléfono aun cuando ese llamado nunca va a venir. Son mecanismos defensivos que, ilusoriamente, me permiten conservar, aunque sea en la fantasía, a ese objeto (persona o circunstancia) que ya no está más. Luego y de a poco todas estas creencias dan lugar a LA VIVENCIA DE LA PÉRDIDA y recién ahí nos encontramos disponibles para otras tareas y otros vínculos u otros proyectos.

Así se construye toda nuestra historia, cerrando etapas para abrir otras nuevas. No es un movimiento lineal sino en espiral, con riesgos, pérdidas, ganancias, evoluciones, regresiones y progresos.
Pero sabemos que la otra cara de PERDER es GANAR porque siempre algo nuevo viene. La cosa se pone preocupante cuando eso “bueno” nunca llega. De alguna manera la raza humana ha persistido con este sentimiento de pérdida casi genético del cual nunca acaba de acostumbrarse. Es que somos una raza caída, dañada, en pérdida. Desde los albores de nuestra existencia como especie gobernante en este mundo, hemos tomado malas decisiones que nos han transformado en perdedores. Allá, muy lejos, en el paraíso “perdido”, nuestros primeros padres perdieron también su inocencia, sus privilegios, el Edén y su misma vida eterna. Pero hoy quiero decirte que Dios puede devolverte todo lo que Satanás te quitó y puede transformar tu experiencia de derrota en triunfo para hacerte, de un perdedor crónico, a más que vencedor.

Pensamiento del día:

Así se construye toda nuestra historia, cerrando etapas para abrir otras nuevas.