Demora toda una vida llegar al punto de que tu corazón lata al ritmo que late el corazón de Dios. Tal vez nunca te lo preguntaste, pero deberías hacerlo. ¿Qué cosas le ofenden a Dios y que cosas le agradan?… El apóstol Pablo procuraba, de todas maneras, serle agradable a Dios, (Efesios 5:10). Es que podemos llegar al punto de ser soportados por Él mas no disfrutados por Él. De la congregación israelita en el desierto Dios dijo que los soportó durante cuarenta años y que de la mayoría de ellos no se agradó. (Lo puedes leer en la carta de Pablo a los Corintios). Otra pregunta evaluadora para tu vida podrá ser: ¿Me preocupo por lo que Dios se preocupa y me enojo por lo que Él se molesta?… El profeta Jonás estaba enojado hasta la muerte con Dios. Sentado en una colina se deprimió porque una simple planta de calabaza que le proveía de sombra en el calor del día se había secado súbitamente. Dios le pregunta, acabando el libro que lleva su mismo nombre: “¿Tanto te enojas, Jonás, por una simple calabacera?”… “Sí, me enojo y mucho. Hasta tengo ganas de morir”. A lo que Dios le responde: “¿y no te parece que deberías preocuparte más aún por los habitantes de esa ciudad de Nínive, que si yo no los hubiese salvado estarían condenados?”… No Jonás, preocúpate por cosas más importantes que por una planta de zapallo.
El zapallo aquí era Jonás que no lograba discernir el corazón de Dios. Es la misma necia actitud que tomamos cuando nuestra vista no se levanta más allá del suelo que pisan nuestros zapatos. Te pregunto: ¿Tanto te enojas porque te bajaron el sueldo?… ¿Tanto te enojas porque perdió el torneo tu equipo favorito? ¿Tanto te enojas porque no pudiste llevar a tu familia al parque temático de Disney? ¿Tanto te enojas porque tu vecino compró auto nuevo antes que tú?… Aprendamos a preocuparnos por las cosas eternas, que son justamente las cosas que ocupan del corazón de Dios.

Pensamiento del día:

La vida pasa delante de nuestros ojos; y nosotros, distraídos con los problemas.