Es típica la actitud del niño que debe cumplir una tarea asignada por su madre, pero la posterga a lo largo de todo el día porque quiere hacer “otras cosas”. Lo triste es que esta actitud infantil, en muchos casos, nos acompaña el resto de la vida. Ya de adultos, persistimos con los mismos caprichos, recibiendo la consecuente disciplina. Queremos hacer cosas que no son prioridad. Nos abocamos a proyectos que no son sustentables, pretendemos avanzar en la concreción de nuestros castillos de naipes construidos sobre arena, y cuando todo sale mal, culpamos a Dios, las personas, el gobierno y la vida misma, menos a nuestra terca y caprichosa ceguera. Cuando hagas las cosas que debes hacer cuando tienes que hacerlas, llegará el día cuando podrás hacer las cosas que quieres hacer cuando quieras hacerlas. Este aparente trabalenguas (te recomiendo leerlo y meditarlo tranquilo) encierra una gran verdad.

La vida no consiste en hacer todo aquello que quiero sino todo aquello que debo. Entonces llegará el día cuando puedas hacer muchas cosas que quieres. Es una cosecha de lo sembrado. El libro de Proverbios da en el clavo cuando dice: “Comienza por tu trabajo de afuera, preocúpate en primer lugar de tus campos; después de eso podrás agrandar tu casa”. Y las variantes son interminables. Es sabido que en la cultura oriental, en países como Japón, por ejemplo, todo empresario que inicia sus trabajos dedica los primeros diez años de utilidades de las ventas para invertirlas en el crecimiento de su empresa. Durante esos años, el mismo gerente y toda la directiva, perciben los mismos ingresos que el resto del personal. Toda la ganancia se inyecta en hacer crecer la empresa. Al cabo de diez años, cuentan con un “colchón” de ingresos que les sustenta para darse “La Gran vida”. (Quizás tengamos que aprender muchos de ellos). Aplica a cualquier área de tu vida este principio bíblico y ¡prepárate para disfrutar de verdad!

Pensamiento del día:

“No tengo miedo a fracasar. Tengo miedo a triunfar en las cosas a las que no fui llamado”. (William Carey)