Los problemas se han llegado a convertir en “el pan nuestro de cada día”. Parecería que una vida sin problemas no es vida y que un día sin preocupaciones nos preocupa. “¡Qué extraño!, todo anda bien últimamente, algo va a pasar”. La realidad es que nos hemos acostumbrado a los problemas, pero estos no dejan de lastimarnos. El hecho de que se hayan tornado cotidianos no significa que nos hayamos amigado con ellos. ¡Al contrario! Ninguno de nosotros los desea. Pero allí están, acechando a la vuelta de la esquina en cada segmento de nuestras amenazadas vidas. Algunos son ajenos a nosotros, otros son por culpa nuestra, pero de todos modos hay que hacerles frente, pues ignorarlos es lo peor que podamos hacer. Necesitamos ser objetivos al momento de tratar con nuestras contrariedades, porque la mayoría de las veces el problema actual no es el problema real. Si nos detuviéramos a realizar una correcta evaluación de cada situación conflictiva, nos daríamos cuenta que, mayormente, el problema es subterráneo. Son cuestiones de motivación y convicciones enfermas que regulan lo que decimos y la manera en que lo decimos.
Perdemos tiempo alarmándonos con cosas que en verdad no son el problema real. Sí, casi siempre, “el problema no es el problema”. Como con un iceberg, nos concentramos en lo que asoma, cuando en realidad es un asunto de motivaciones ocultas y convicciones enfermas. Quizás tu esposa tuvo un mal día, o tu jefe se enteró que su cuenta bancaria está en rojo. Tal vez tu mejor amigo escuchó un comentario de acerca de ti que le robó la paz y hoy lo sientes algo distante. ¡No te alarmes! Respira, ora pidiendo paciencia al cielo, cuenta hasta cien, piensa en todo lo positivo que esa persona posee y en todas las cosas lindas que viviste a su lado y pregunta: “¿Está todo bien hoy contigo? ¿Hay algo que debo saber para ayudarte? ¿Te ofendí en algo y no me he percatado?” No cargues tu escopeta y dispares contra la mosca en tu pared. Quizás la mates, pero… ¿y el hueco que dejaste? ¿Quién lo repara?…

Pensamiento del día:

El corazón de todo problema es siempre un problema del corazón.