El discernir las intenciones y advertir el peligro disfrazado de bondad es un arte que escasea pero que deja grandes dividendos a los que saben practicarlo. La Biblia recomienda adquirir sabiduría para poder discernir los espíritus. Jesús fue una persona que amaba a todos pero no se fiaba de nadie porque sabía que dentro de cada ser humano existe potencialmente un traidor, un débil en alguna de las áreas de su ser y un pecador en potencia por naturaleza. “Mientras estaba en Jerusalén, en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos; y no necesitaba que nadie le explicara nada acerca del hombre, pues él sabía lo que hay en el hombre”. (Juan 2:23-25) ¿Lo ves?, no se fiaba de nadie. No es malo ser desconfiado, más bien es ser prudente. Que la desconfianza no te domine, obvio. No podemos vivir viendo fantasmas donde no los hay. Acabaríamos como el personaje de Proverbios 22:13 que veía leones en la puerta de su casa y eran puros inventos de su miedo y su pereza. Es común que nuestros supuestos amigos nos digan: “Pero, ¿no confías en mí?… Una respuesta sabia sería: “Bueno, sí confío en ti, pero no confío en el diablo que todos llevamos dentro”. Es verdad, aunque sea duro decirlo. Cuando el apóstol Pedro le susurró al oído a Jesús que tenga compasión de sí mismo y no permita que nada malo le acontezca, el Maestro respondió: “Apártate de mí, Satanás, porque me eres de tropiezo”. Está más que claro que Jesús no le habló a Pedro, sino le hubiese dicho “apártate de mí, Pedro”. Le habló al Satanás que Pedro llevaba adentro. No confió en sus palabras aunque amaba a Pedro con un amor especial. Eso es discernimiento en el más alto grado. Un proverbio árabe dice: “La primera vez que me engañes la culpa será tuya, la segunda vez la culpa será mía”. Vivimos en un mundo engañoso, dominado por un engañador experimentado y pisamos senderos de traición a cada paso. Entonces, necesitamos la lámpara de la Palabra de Dios, palabra de verdad, para alumbrar nuestro andar en cada decisión.

Pensamiento del día:

“La primera vez que me engañes la culpa será tuya, la segunda vez la culpa será mía”. (Proverbio árabe)