La edad madura o ancianidad, es motivo de preocupación para muchos. Temen llegar a ella, la evitan y cuando llega (porque no hay como evitarla) les sorprende sin recursos para disfrutarla y acaban sus días con el alma reseca. Una noche fría de copiosa nevada en Ohio, un viejo predicador entró en una capilla y el auditorio murmuró un comentario acerca de sus canas a lo que el predicador contestó: “No importa tener nieve sobre el tejado con tal que haya un buen fuego adentro.” Tener muchos años es motivo de gloria para algunos pero de amargura para otros. Lo que hace triste a la ancianidad nos es que cesen en ella los goces sino la esperanza. Bud Robinson acostumbraba decir: “Voy a aplazar el final de mi vida para que sea lo último que tenga que hacer, y si supiera el lugar donde moriría de cierto que no iría allá.” ¿Esperas la etapa final de tu vida con expectativas o con miedo?  Muchos hombres han realizado sus logros mayores en la edad madura. Thomas Edison hizo su mejor trabajo entre los 60 y 70 años y cuando murió se encontraron varios proyectos en sus libros. Tintoretto, a los 74 años pintó el lienzo “El Paraíso” que mide 74 por 30 pies. Verdi compuso su obra maestra: “Otelo”  a los 74 años. El día que un hombre cesa de hacer planes para su futuro ese mismo día comienza a ser un viejo, así tenga 40, 70 o 90. Un conocido psicólogo, después de un extenso estudio concluyó: “Si la curva de eficiencia en un  hombre está todavía en ascenso entre los 50-55 años, se puede esperar que siga subiendo hasta la ancianidad. Pero si se halla en declive, seguirá descendiendo hasta que muera”. Dice la Biblia: “Porque la senda de los justos es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto.” Recuerda: No importa tener nieve sobre el tejado si hay un buen fuego adentro.

PENSAMIENTO DEL DIA:

El día que un hombre cesa de hacer planes para su futuro ese mismo día comienza a ser un viejo.