La historia de la humanidad está repleta de personajes enigmáticos y polémicos. Muchos de ellos han soportado la crítica ajena e igual avanzaron defendiendo sus ideales. Otros han usado a sus seguidores para sus egoístas propósitos acabando despreciados y solos. Algunos han recibido honores “pos morten” y el mundo reconoció, aunque tarde, que no estaban equivocados como se decía. Pero es innegable que de todos ellos uno se destaca por su paradójica vida, su revolucionario concepto del altruismo y su persistencia férrea a lo que se le había comisionado. Cristo sintió hambre cuando era el Pan de vida. Padeció sed, sin embargo dijo: “El que tenga sed venga a mí y beba.” Se sintió cansado y es nuestro descanso. Pagó tributo como vasallo,  y era el Rey de reyes. Fue llamado diablo y echó fuera demonios. Oró, y es el que escucha nuestra oración. Lloró, y es Quien seca nuestro llanto. Fue vendido por treinta monedas de plata y es el rescate del mundo. Enmudeció como una oveja y, sin embargo, es la Palabra eterna. No tuvo dónde reclinar su cabeza, sin embargo es el dueño del mundo. Todos le abandonaron, quedó solo, y tenía en la eternidad legiones de ángeles dispuestos a cumplir sus órdenes. Fue crucificado por los hombres y había venido a ofrecerles el cielo. Y podríamos continuar mencionando singularidades de este Jesús, despreciado por muchos pero valorados por otros. El apóstol Pedro, reconociendo esto como la mayor incongruencia de la vida, dice que Él es como una “piedra viva, desechada por los hombres, pero escogida y preciosa para Dios”. Y más adelante: “Para vosotros, los que creéis, Él es precioso, más para los que no creen, esta piedra desechada llegó a ser la principal piedra de las construcción.” (1ª Pedro 2: 4 y 7) La historia continuó construyéndose sobre estas dos posiciones y hoy nos llega a nosotros con el mismo desafío: Creer o rechazar. Es el mismo Cristo, es el mismo mensaje. Es el mismo corazón humano, y es el mismo destino eterno de todo hombre y de toda mujer. Reflexiona, la Piedra que hoy rechazas, mañana caerá sobre ti. Construye tu vida sobre Jesús y nada ni nadie podrá derribarte.

Pensamiento del día:

La grandeza de Cristo radica en su humillación extrema siendo Dios.