A diferencia de lo que muchos dicen, el trabajo no es un castigo por el pecado que Dios le impuso a Adán en el huerto del Edén. La Biblia enseña que el trabajo honesto enaltece al ser humano, consolida a la familia y enaltece una nación. Pero lamentablemente, lo que debería ser un disfrute, el pecado lo ha transformado en una pesada carga para unos y en una de las herramientas más sutiles de Satanás para absorber las fuerzas y el tiempo de muchos cristianos. Es éste sistema organizado del mal el que sumerge al hombre de hoy en una sociedad fuertemente consumista con una marcada adicción al confort, donde el individuo se cotiza no tanto por lo que es sino por cuánto tiene. En otras palabras, hoy en día si no tienes no vales nada. Si no tienes automóvil, tarjeta de crédito, cuenta bancaria, y un buen teléfono celular, estás desconectado del mundo actual, pasas a formar parte de un gran sector de marginados de bajo poder adquisitivo, y sólo té queda sentarte en el umbral de tu casa viendo pasar aceleradamente el mundo delante de tus ojos mientras tú te quedas en la historia. En primer lugar debes plantearte la siguiente pregunta: ¿Cuál es mi propósito en este mundo? ¿Para qué estoy en la tierra? La Biblia te dice en Colosenses 3:1-3: “BUSCAD LAS COSAS DE ARRIBA”. Las cosas de arriba son las eternas, las que no perecen, como las almas, la Palabra de Dios, la iglesia, todo aquello que no pasará. El peligro no está en el trabajo o en el dinero sino en la importancia que le des a eso en tu vida, y desde el momento que tu prosperidad material se logre en base a tu decadencia espiritual, estás en grave riesgo. El problema no está en las riquezas sino en querer poseerlas, el problema no está en el dinero sino en amarlo. En otras palabras: cuando lo que posees comienza a poseerte estás en dificultades. Como citamos al comienzo en Proverbios, Dios no está en contra del progreso material del cristiano, siempre y cuando esté de la mano con su progreso espiritual. “AMADO, YO DESEO QUE SEAS PROSPERADO EN TODAS LAS COSAS Y QUE TENGAS SALUD, ASÍ COMO PROSPERA TU ALMA”. (3° Juan 2)

Pensamiento del día:

Lo que no le dé la gloria a Cristo aquí en la tierra, no soportará Su mirada allá, en el cielo.