La vida nos va enseñando que las personas que han llegado más alto en sus vidas fueron aquellas que pasaron más tiempo de rodillas, inclinados ante el Único que es digno: Dios. Es que las grandes metas de vida, las que permanecerán como íconos para generaciones venideras, se alcanzan si vivimos postrados ante Él. Es verdad que, para lograr este perfil de carácter en sus criaturas, Dios siempre nos someterá a situaciones traumáticas, inesperadas e indeseadas. Parece que debemos caer de espaldas para, entonces, mirar a Dios. Cada paso que damos por el sendero de la vida es una lección aprendida. De ahí que es recomendable cuidar nuestro andar. La Biblia aconseja a andar como sabios y no como necios, poniendo a cada situación  que enfrentemos, en una posición “redimible”, es decir: Sacarla de su estado inútil, de que sea una experiencia y nada más, y ponerla en un estado útil, que valga la pena vivirla, que quede como lección de vida. En palabras Bíblicas: “Redimir el tiempo.” Muchas de esas situaciones demandarán una sabiduría especial, una que viene de lo alto. ¿No la tienes? ¿No sabes cómo reaccionar ante situaciones nuevas y que amenazan tu integridad?… Bueno, a todos nos sucede. No las sabemos todas, nadie nace sabiendo, se aprende al andar. Pídele  a Dios. No te creas sabio en tu propia opinión,  es la decisión más necia que puedas hacer. Él, da a todos abundantemente y sin reproche si te inclinas ante su presencia cada día buscándole con humildad. ¡Y te será dada! Lo promete la Biblia. Así cuidarás tus pasos. Somos expertos en oratoria, pero no por “orar” sino por “oracionar” (no sé si el verbo existe pero me lo inventé.) Llenamos nuestro repertorio de oraciones bonitas ante nuestro cotidiano auditorio. Muchas veces decimos lo que los demás quieren oír. Gastamos muchas horas hablándole a la gente de Dios, pero poco tiempo hablándole a Dios de la gente. A Él le gusta oírte. Como un padre desea oír la voz de sus hijos al teléfono, a la distancia, o la de su amada. Esta es la evidencia más clara de dependencia humilde, de que vivimos inclinados ante Él. Humíllate ante la poderosa mano de Dios que Él te exaltará, cuando fuere tiempo.

Pensamiento del día:

La mejor manera de cuidar nuestros pies es andando de rodillas.