Tengo un hámster de mascota. Esos pequeños roedores peludos y simpáticos. No soy muy partidario de encerrar animales en la casa, pero ya saben… Los niños necesitan su mascota y hacen lo imposible por tener una durante su infancia. Claro que después se olvidan. Mientras dura la novelería de los primeros meses desbordan en cuidados, pero luego… son los padres los que nos hacemos cargo ¿Verdad?  Estos animalitos son muy activos y necesitan caminar varias horas por día. Así es que, de vez en cuando, lo saco de su pequeña jaula y lo introduzco en una bola plástica con rejillas para que vea y respire, lo dejo en el suelo de la sala e, impulsándose con sus pequeñas patas apoyadas en el suelo, hace rodar su “jaula móvil” y es libre para andar por toda la casa, de rincón en rincón, cuanto quiera. Pero… ¿es eso verdadera libertad? Al fin y al cabo sólo cambió su jaula fija de metal por una móvil, de plástico, pero sigue siendo tan prisionero como antes. Termina el día cansado de haber andado por donde quiso, pero nunca fue libre. Creo que la experiencia del ser humano al confundir  libertad con libertinaje se asemeja mucho a mi hámster. Va de un lado para otro, investiga cuanto rincón nuevo descubre. Es atraído y seducido por sus propios deseos que le llevan de un lado a otro, pero sabe bien adentro que vaya a donde vaya, haga lo que haga y experimente cuanta propuesta se cruce por su camino, siempre será esclavo de sus propios deseos. Sí. El hombre y la mujer que viven haciendo lo que quieren, son esclavos de sus propios deseos. ¿Es, acaso eso, verdadera libertad? Creo que fue a eso lo que se refirió Jesús, el Hijo de Dios, al decir: “si el Hijo les libertare, serán verdaderamente libres.” Todo individuo que anda por la vida cargando ese estigma que le esclaviza a su natural tendencia a pecar, nunca podrá decir: “Soy libre de verdad”. Actúa siempre condicionado por su deseo al mal que le hace sentir libre sólo para concluir, al final, que sigue dentro de su “jaula móvil”. Cristo, no sólo te perdona tus pecados, te faculta para no pecar más, si vives conectado a Él. ¡Sal de tu jaula!

Pensamiento del día:

Por más que decores tu jaula, siempre serás un prisionero.