Vivimos metidos en problemas por el simple hecho de que somos, todas las personas, un problema potencial constante. Aquel que diga que nunca se ha metido o que nunca fue causante de alguna especie de problema miente tácitamente. Aunque esto parezca un defecto de fábrica, en realidad no debiera alarmarnos. Todo problema, diferencia o desacuerdo entre dos personas enriquece si es tratado con madurez y con altura. Entre tantos principios prácticos que arrojarían luz sobre el tema quiero destacar uno que para mí ha sido y es fundamental para transitar las crisis de relación. Es el hecho de considerar que, mayormente el problema en cuestión no es en sí el verdadero problema. Si esperamos atravesar y salir de pie cada vez que entramos en disensiones con alguien necesitamos diferenciar los pretextos de los problemas. Los pretextos son, básicamente, excusas para argumentar nuestra disconformidad con algo o con alguien, más no es el problema en sí. Al ignorar la profundidad real de la molestia, su causa verdadera que le impulsa a esa persona a actuar o a decir esto a o aquello, estamos tratando la situación de una forma superficial.  Tratamos de esquivar la punta del iceberg y nos acaba hundiendo la “masa” oculta debajo de la superficie, la motivación real. Quizás, la acusación respecto a determinada decisión que acaba de tomar el líder de la iglesia no sea el verdadero malestar de esa mujer, sino sólo un pretexto para expresar su rechazo a toda forma de liderazgo sobre ella.  Quizás, la escena de celos que el novio le hizo a su novia al verla conversando con un antiguo amigo sea nada más que un pretexto que denota inseguridad en sí mismo. Él se considera incapaz de satisfacer las expectativas emocionales de ella y ve como una amenaza potencial a todo hombre que se acerque a su prometida. Así le hace quedar a su novia como culpable cuando en realidad son sus propios temores los causantes de dichas escenas. Lo del amigo es sólo un pretexto. Pretender resolver conflictos sin la perspectiva correcta nos expone a heridas y a salir de la confrontación, devastados  y exhaustos en vez de ser enriquecidos y perfeccionados.

Pensamiento del día:

Así como el hierro es perfeccionado después de friccionarse con otro hierro, también el carácter de todo hombre al relacionarse amigablemente con otro. Proverbios 27:17, (paráfrasis del autor).