Cuenta una historia que en cierto poblado un matrimonio que pasaba todo el día fuera de la casa por razones trabajo tenía un perro que quedaba solo y ladraba todo el tiempo. Les ladraba a los niños que jugaban en la vereda, a los demás perros vecinos, a los carros cuando pasaban, hasta le ladraba a la luna y las nubes cuando se movían. Los dueños habían recibido varias quejas de parte del barrio, hasta amenazas de denuncia pues la situación se había tornado insoportable. El ruido era desde temprano hasta tarde. Sintiéndose presionados, los dueños del animal tomaron la cruenta decisión de llevarlo a un veterinario del pueblo para que le haga una cirugía en las cuerdas vocales. Aquel perro siguió emitiendo un apagado ronquido el resto de su vida cada vez que ladraba. Apenas si se oía. El problema se solucionó, (momentáneamente). Cierta noche, cuando sus dueños dormían, ladrones saltaron por la parte trasera de la vivienda. Cuando el hombre se percató ya era tarde, un extraño le apuntaba con una pistola en la cabeza. Le ataron junto con su esposa, los amordazaron y les vaciaron la casa sin que nadie sospeche absolutamente nada. Cuando lograron zafarse llamaron a sus vecinos. “Pero ¿y su perro, por qué no ladró?”… Sólo se miraron tristemente. Creo que tu conciencia y la mía son como perros guardianes que nos advierten el peligro. Muchas veces le acallamos, le anulamos, la anestesiamos. Entonces, cuando estamos a las puertas de dar un mal paso, simplemente no nos advierte y recibimos el daño. La conciencia fue puesta por Dios en nuestro interior y tiene por objetivo avisarnos, con sus inconfundibles ladridos, que algo no anda bien. Es verdad que muchas veces ese ladrido se torna insoportable, pero no es su culpa ni la de Dios por haberla puesto allí, sino nuestra por andar metiéndonos en cosas no debidas. Aquel que adormece su conciencia no puede dormir tranquilo. En cambio aquel que la mantiene despierta todo el día, de noche descansa plácidamente.

Pensamiento del día:

Si tu conciencia te acusa no te vayas, quédate con Jesús y también serás perdonado.