Por una invitación especial o por una visita inesperada, llegan personas a la casa que nos dejan con los pisos sucios, más ropa que lavar, más vajilla que limpiar, horarios alterados, gastos personales e inconvenientes. Desde el dar una comida hasta el proporcionar una cama, la hospitalidad es costosa en tiempo, energía y dinero. Pero la forma en que tratamos a los demás revela nuestros valores verdaderos, lo que es importante para nosotros. ¿Vemos a las personas como objetos o inconvenientes, o como creación única de un Dios amoroso? Y qué es lo más importante para ti ¿una persona o una alfombra?… En mi profesión de paisajista tenía que entrar a varias casas lujosas cada día para supervisar sus parques y jardines. Aunque intentaba llagar lo más “limpio” posible, luego de algunas horas trabajando con la tierra y con las plantas mi aspecto denotaba mi “contacto con la naturaleza”. Al ser recibido por los dueños de casa podía notar la incomodidad en sus rostros porque debía pasar por sus alfombradas salas, cerca de sus decoradas paredes y caminar con todas mis herramientas con restos de trabajos anteriores por sus lustrados pisos de madera laqueada. Para mí no era sorpresa, pero sí lo era cuando observaba la misma expresión en sus rostros cuando los hijos llegaban de la escuela, o el esposo del trabajo. En realidad esas casas, más que hogares eran museos donde se exponían sus objetos de decoración ante los que entraban. ¿Qué era lo que tenía más valor para esa señora?… Lamentablemente cada vez hay más personas a las que les incomodan las personas. No soportamos los imprevistos, escasean los hospedadores, no nos gusta que nos pidan favores y todo servicio prestado ahora tiene un costo. ¿Dónde quedó la hospitalidad? ¿Dónde la invitación al cafecito? ¿Por qué somos esclavos de las citas y agendas y la improvisada visita ya linda con la molestia???

Cuando nuestro mundo deje de disfrutar de estas cosas habrá comenzado la extinción de nuestra especie humana. Qué bueno es saber que cuando Dios tuvo que buscar un nombre para referirse a su iglesia la llamó “familia”. Y ¡qué bueno es habitar los hermanos juntos y en armonía!!!

 

Pensamiento del día:

¿Qué es más valioso para ti, tu casa o tu hogar?