“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros”. Estas sencillas pero a la vez profundas palabras dejadas por el apóstol Pablo como legado a la humanidad nos revelan un secreto de vital importancia. Si logro matar el pecado en mi pensamiento no tendré que lamentarme luego de haberlo cometido. Si estuviste atento el primer versículo culmina diciendo “en esto pensad” y el siguiente: “esto haced”. Es que somos lo que pensamos, o dicho de otra manera lo que somos es el resultado de nuestros pensamientos. Debemos someter hoy el pecado de nuestra mente si no queremos que nos someta mañana a nosotros. Existe una secuencia conocida por todos pero nunca tarde para volver a repetirla: “Concibe un pensamiento y se tornará en una acción. Actúa de acuerdo a ese concepto y formará en ti un carácter. Persiste en ese estilo de vida y acabarás con un destino de acuerdo a esa conducta”. ¿Dónde comenzó todo?… Sí, en tu propia mente. La mente es la oficina del alma y de la vida toda. En un aspecto somos como recipientes sin tapa. Todo el día entran a nuestra cabeza conceptos, palabras, imágenes, modelos funcionales o disfuncionales. Pero todo lo que entra nos va formando.

Debemos tener un filtro en nuestros pensamientos si no queremos que nuestra mente se transforme paulatinamente en un tacho de basura. Basura informática, relativismo moral y propaganda consumista y cruel que nos condiciona al momento de la toma de decisiones. Estamos en guerra. Nuestro conyugue lo está, nuestros niños en la escuela, nuestros jóvenes en la universidad. Por tal motivo debemos tener bien puesto el casco que defienda nuestras mentes. ¡Y ese casco es la salvación en Jesús!

Pensamiento del día:

Debemos someter hoy el pecado de nuestra mente si no queremos que nos someta mañana.