Mary Mallon vivía en Nueva York y trabajaba de cocinera para varias familias ricas. No fue hasta 1907, seis años después de su primer empleo, que los investigadores del Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York relacionaron sus cambios de empleo con la declaración de casos de tifus en las casas donde trabajó. Los periódicos destacaron en sus titulares que “María Tifus” era un depósito ambulante de la mortífera enfermedad. Fue puesta bajo supervisión y tratamiento durante 3 años. Prometió no trabajar más de cocinera y someterse a un chequeo médico cada tres meses. Poco después, Mary desapareció durante 5 años. En 1915 se detectaron casos de tifus en un hospital de Nueva York. Una investigación del personal reveló a “María Tifus” entre la lista de los empleados. Esta vez fue confinada a una institución donde permaneció hasta su muerte en 1938. Nadie sabe seguro cuántos casos de tifus y fallecimientos resultaron del contacto con “María Tifus”. Algunos creen que unos 200. Este caso grafica otra realidad más alarmante aún como lo es la realidad del pecado alojado dentro del mismo ser del corazón humano. Queramos reconocerlo o no, nuestra conducta dominada por los naturales instintos carnales, no solo nos perjudica sino que enferma a los que están a nuestro derredor.

Es así como el pecado, habiendo entrado al mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte (emblema y evidencia del pecado) pasó a todos los hombres, demostrando que todos pecaron (Romanos 5:12). La corrupción de nuestra sociedad posmoderna no es otra cosa que la evidencia más alarmante de que todos los hombres están infectados con el virus del pecado. Gracias a Dios el tifus fue erradicado hacia mediados de siglo y muchos fueron sanos aceptando el remedio. Lo triste es que hoy, millones de personas siguen sufriendo el flagelo del pecado y despreciando el remedio que Dios, en su buena voluntad, presentó ante el mundo: Su hijo Jesucristo y su sangre que nos limpia de  todo pecado (1 Juan 1:7). Permite que Él te limpie, acepta el regalo de su perdón. Serás salvo tú y tu casa, Hechos 16:31 promete la Biblia, cambiando tu vida y bendiciendo a los que te rodean.

PENSAMIENTO DEL DIA

La corrupción de nuestra sociedad no es otra cosa que la evidencia deque todos los hombres están infectados con el pecado.