El sol ya comenzaba su declive. En aquel monte con forma de calavera tres cruces se levantaban entre el cielo y la tierra. En una de ellas uno moría en sus pecados. Era un ladrón que no quiso arrepentirse ni siquiera estando al lado del Mesías. El otro moría a los pecados, reconociendo sus errores y rogándole al Jesús de la cruz misericordia, y el del medio moría por los pecados de ambos. De alguna manera en este cuadro se resume la historia de la humanidad en todos los tiempos y sus diferentes actitudes frente al Calvario. Pero quiero que consideremos al ladrón arrepentido. Alguien dijo que murió haciéndole honor a su oficio. Vivió toda su vida adueñándose de lo ajeno y acabó sus días siendo dueño de algo que no le correspondía: “El Paraíso”. No lo robó, se lo regalaron. “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso”, fueron las palabras del Señor agonizante ante la súplica del arrepentido. “De cierto te digo” ¡Qué seguridad! “Hoy” ¡Qué prontitud! “Estarás conmigo” ¡Qué compañía! “En el Paraíso” ¡Qué regalo! Tal vez fue la única oración que hizo en su vida. No tuvo tiempo de memorizarla como el hijo pródigo, usó palabras sencillas que brotaban de un corazón desesperanzado: “¡Acuérdate de mí!”, pero fueron suficientes, porque no depende de lo grande de mis plegarias sino de lo grande del amor del Dios a quien elevo mis plegarias. Tuvo la oportunidad de su vida y no la desaprovechó. ¿Qué garantía de salvación transmitía la imagen del nazareno crucificado?… Ninguna.

Pero lo escuchó orar: “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen.” Esto fue un clavo en el
corazón que se hundió mucho más hondo que los clavos en sus manos y pies. ¿Lo están crucificando y este ora por perdón?… Así, aquella alma curtida por el rencor y la marginación que la vida había producido, acostumbrada a vengarse de todos y no perdonar a nadie, era impactada por la palabra de Aquel que agonizaba. Fue esa palabra y las demás las que le permitieron entrar de la mano, aquel mismo día, al paraíso de sus sueños.

PENSAMIENTO DEL DÍA

Escucha al Jesús de la cruz, ya no podrás seguir igual.