Un buen atleta sabe que la mitad de la carrera se corre con sus piernas y la otra mitad con su corazón. Es tan importante la preparación física como la mental. La actitud es todo cuando de
ganar se trata. Un atleta puede poseer un estado físico envidiable, pero si no tiene una actitud ganadora, no ganará, tenlo por seguro. Durante décadas selecciones de futbol de países
africanos o afroamericanos impresionaban al mundo por el físico de sus atletas. Hasta sus rivales se sentían intimidados sólo al verles formar minutos previos a la iniciación del partido.
Pero estos atletas de color sabían muy adentro de su ser que perderían. Las estadísticas lo decían, sus autoestima minimizaba se los susurraba, sus mentes se lo repetía. Ya salían  ala
cancha sintiéndose perdedores. Pero hubo un antes y un después. Fueron entrenados y capacitados por técnicos europeos que les hicieron creer que “Sí se puede” y la historia cambió
y sigue cambiando a tal punto que hoy son temidos y respetados en cualquier evento deportivo de carácter internacional. Muy a menudo las batallas se ganan o se pierden en los lugares escondidos, en el ser recóndito del deportista.

Si en su corazón siente que no tiene posibilidad frente a sus rivales por más que tenga mayores aptitudes deportivas perderá. Por eso se exhorta a competir cuidando que nuestro
ser interior no se desanime. “que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar”. Hubiese sido más lógico que el autor de la epístola a los Hebreos diga: que vuestros pies, o vuestras piernas,
o vuestro cuerpo no se canse, pero se refirió al motor interno que debe estar siempre oxigenado con aire del cielo si no queremos asfixiarnos antes de que acabe la cerrera de
nuestras vidas. En medio de un mundo que propone soluciones cosméticas para tus problemas existenciales Dios sigue buscando hombres y mujeres que estén dispuestos a dejarse cambiar
desde adentro por la regeneración que produce la fe en Jesús.

PENSAMIENTO DEL DÍA

Toda conquista se logra primero en el corazón del competidor.