Mateo Boya era un humilde jugador de golf de un pequeño país de África. Aunque no lo creas fue el único hombre en todo el mundo que derribó la flota aeronáutica de todo un país con
una pelota de golf. ¿Qué sucedió? Pues cierto día practicando tiros largos con su palo, elevó la pelota, de tal manera que fue a dar contra un pájaro que volaba cerca del Green.

La afortunada ave perdió el conocimiento en pleno vuelo y chocó de frente con una pequeña avioneta que sobrevolaba el sector fumigando los sembríos. El impacto fue tal que el vidrio
estalló, el piloto de la nave se asustó y perdió el control. La cosa se puso peor cuando esa avioneta sin visibilidad y con su conductor asustado, se precipitó a una pista de aterrizaje cercana, donde estaban en mantenimiento los únicos cuatro aviones “Mirage f1”, que
conformaban todo el poderío aéreo del país. Arrasó con los cuatro, dejando a uno incendiado y los otros tres fuera de servicio por varios meses.

¡Toda una flota aérea destruida con una pelota de golf!. Las autoridades de aquel país, no aceptaron excusas ni explicaciones y
demandaron a Mateo Boya con una multa de 40 millones de dólares por daños y perjuicios al Estado. Ni siquiera le dejaron apelar a un justo juicio. Con un sueldo de 120 dólares al mes, este desafortunado hombre tendría que trabajar varias vidas para enmendar su daño.

Así es la deuda que todo hombre tiene con Dios, ¡imposible de pagar! No importan los argumentos, las excusas o las comparaciones. Somos culpables de nuestros hechos, hemos ofendido la santidad de Dios y la consecuencia de ello es la muerte, según declara la Palabra
de Dios. Al margen de toda comparación con el desafortunado Mateo, el ser humano se encuentra con una deuda eterna. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, nos dio vida en Cristo, perdonándonos todos los pecados”. ¿No lo sabías? Puedes leerlo en la Biblia, Efesios capítulo dos.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Por más excusas que el hombre ponga siempre vivirá en deuda con
Dios por su pecado.