En el evangelio de Marcos 11: 24 y 25 tenemos un típico caso donde Jesús responde  a un interrogante de sus discípulos de forma aparentemente incongruente. Es que su sicología era tan fina que no se puede analizar a simple vista si no contextualizamos primero. El día anterior Él había maldecido a una pobre higuera que se secó hasta las raíces. Esta higuera representaba a la nación de Israel: Mucho ramaje pero nada de fruto. Es que ellos habían confundido la relación con Dios con una mecánica religión de Dios y estaban condenados a secarse. Cuando Pedro vio al árbol seco exclamó: “Mira Señor, la higuera que maldijiste ayer hoy está completamente seca”. A lo que Jesús responde: “Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.”

¿Qué tenía que ver todo esto?… Jesús reveló que el principal motivo de la falta de perdón es la falta de fe. Es que cuando  mi fe está en crisis comienzo a dudar de la bondad de Dios. Esto da lugar a la auto defensa  y comienzo a desconfiar de todos, hiero, ofendo, me siento ofendido, no perdono y vivo amargado por el rencor sintiéndome poca cosa. Exactamente eso le sucedió a la rebelde nación hebrea,  confundieron relación con religión y no dieron fruto. Necesitaban, al igual que nosotros, desarraigar urgentemente esa vieja raíz amarga para poder perdonar y ser perdonados. Su falta de fe genuina le llevó a una vida de apariencias y de orgullo y rencor arraigado. Que no te suceda a ti lo mismo.

Pensamiento del día:

Donde no hay verdadera fe abundan las apariencias.