Todos necesitamos aliento al momento de iniciar proyectos de vida. Todos hemos experimentado, antes de encarar desafíos nuevos, la fusión de dos voces internas. Una nos empuja a la acción. Fue esa idea original, esa emoción inicial, ese proyecto de vida que nos hizo saltar de agitación cuando lo concebimos y decidimos llevarlo a la práctica. Es bueno. Alguien dijo que nunca nada grande fue concebido sin entusiasmo. Sientes que puedes lograrlo, tienes los recursos aunque sean mínimos para comenzar y estás listo para saltar de la banca y entrar en la competencia. Pero a la misma vez todos sentimos también la otra voz. La de los “peros.” Miedo a fracasar, ejemplos de antecesores que también lo intentaron sólo para quedar en ridículo, y cálculos que, humanamente hablando, nos dejan con un saldo en contra. Es justamente allí cuando necesitamos a alguien  a nuestro lado que nos motive a empezar, continuar y concretar esas metas. De los otros abundan.

Qué triste imagen se forja alrededor de aquella persona que nunca confía en los demás. Aquellos que cercioran las oportunidades. Sub estiman las capacidades ajenas y sobrestiman las propias. Antes de animar  a los demás a que se superen en sus logros les recuerdan sus faltas y les dicen que mejor se queden en el lugar en el que están porque seguramente alguien más capacitado hará mejor la tarea. Mayormente, los que mantienen una postura insensible a los emprendimientos y a las virtudes ajenas han olvidado que han llegado al lugar al que han llegado porque alguien confió en ellos, les animó e ignoró sus faltas cometidas. ¡Qué triste que ellos no hagan lo mismo con sus subordinados! Nuestro mundo necesita personas que alienten, que animen, que estimulen. Que estén dispuestos a creer en los demás aunque esto implique un riesgo potencial. Es un paso de fe. Cristo nos dio el ejemplo al comisionar a un Pedro traidor, al inspirar confianza a un Tomás incrédulo y al llamar a una samaritana marginada. Debes empezar a confiar en las personas que Dios puso a tu lado con amor. Ese verdadero amor que echa fuera el temor.

Pensamiento del día:

Somos llamados a ser administradores de la gracia de Dios, no asesinos de su gracia.