“Luego dijo Jesús: Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso.” Mateo 11:28

Los Emberá son un pueblo amerindio que habita en diferentes zonas del litoral del Pacífico. Tienen un patrón de poblamiento disperso y expansivo por grupos de parientes tanto por línea paterna como materna. Con el aumento de población ‒por limitación de los recursos, por deseo de conocer, por alianzas matrimoniales o por divergencias‒ se van asentando dispersos por la selva.

Pero tienen un patrón común a la hora de elegir a su líder: El día de la elección, vienen todas las familias desde sus lugares y se reúnen en lo que sería la casa comunal. Allí, se realiza la ceremonia de elección. Los dos o tres hombres propuestos para líder se paran al frente y luego toda la comunidad se forma en fila detrás de quien consideren que tenga las capacidades para tal función.

Luego se cuenta la cantidad de personas detrás de cada uno y gana el puesto quien más seguidores haya obtenido. Éste será desde ese día el nuevo líder del pueblo.

La historia ha demostrado que por mejores que sean los líderes, no ha existido un gobierno perfecto ni entre los Emberá ni en el mundo. Sin embargo, podemos confiar el gobierno de nuestras vidas al único perfecto y formar fila tras Él. Muchos encuentros de Jesús con sus discípulos comenzaron con la invitación “sígueme”, y aún hoy sigue invitándonos de esa manera.
Ahora bien, ¿qué es seguir a Jesús? Muchos dicen creer en Él y ser sus seguidores; pero sus vidas no son la consecuencia de un gobierno perfecto: relaciones rotas, vicios que encadenan y enferman, violencia, egoísmo y frustraciones constantes que llevan a la depresión y al sentimiento de fracaso.

Ése no es el plan de Dios para su pueblo. Seguir a Jesús implica estar de acuerdo con su voluntad y caminar desde lo que soy hacia lo que Él quiere que sea. Por supuesto, se trata de un acto de rendición importante y no estamos obligados a hacerlo; pero todos estamos invitados. ¿A quién eliges tú?

Pensamiento del día:

Jesús no te guiará hacia donde tú quieres ir sino a donde realmente tú debes llegar.