El 1° de mayo se conmemora en todo el mundo el Día Internacional del Trabajador en homenaje a los llamados Mártires de Chicago, grupo de sindicalistas anarquistas que fueron ejecutados en 1886. El reclamo de los trabajadores era claro: un pedido de reducción de la jornada laboral a 8 horas, cuando lo «normal» era trabajar entre 12 y 16 horas. La protesta, llevada a cabo inicialmente por 80.000 trabajadores, pronto desembocó en una poderosa huelga nacional que afectó a numerosas fábricas de los Estados Unidos. La fuerza demostrada por los obreros en su reclamo marcó un antes y después en la historia de todos los trabajadores, instaurándose aquella fecha como el «Día del Trabajador»(http://www.infobae.com/)

Si bien, en el presente conocemos la historia a la que refiere este día, quizá no llegamos a dimensionar la tragedia que muchos han tenido que padecer en reclamo por sus derechos. La situación laboral en todo el mundo está en crisis. Millones de personas desocupadas o sub empleadas viven con la esperanza de conseguir un empleo. Inestabilidad, despidos y sueldos miserables son las condiciones que enfrentan cada día numerosas familias tejiendo estrategias para sobrevivir. Por esto, creemos que el trabajo es un derecho y a la vez una bendición. La actitud que mantenemos frente a lo que hacemos determina nuestra calidad de vida. Satisfacción, optimismo y responsabilidad hacen que nuestro trabajo sea un disfrute en vez de una carga.

El libro de Eclesiastés lo plantea de este modo: “No hay cosa mejor para el hombre, sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo”. Es común ver personas que constantemente se quejan de lo que deben hacer y que son inconstantes, irresponsables y negativas. Hoy es un día especial para agradecer a Dios por tu trabajo en esta tierra si lo tienes. El mejor trabajo es el que sale de un corazón agradecido.

Steve Jobs dijo: “La única manera de hacer un trabajo genial es amar lo que haces”