Satanás quiso acabar con los cristianos desde que el cristianismo existió. La arena romana y sus leones, la dispersión por todo el mundo, la posterior Inquisición, ¿lo logró? No.

Entonces cambió de estrategia, les permitió reunirse en lujosos templos anestesiando así la viva fe de la predicación al aire libre. No le importó que los cristianos se reúnan mientras Cristo quede a la puerta y llamando. Luego su ataque se dirigió a la Biblia cuando está se comenzaba a escribir en lenguaje popular.

Se quemaban imprentas, se amontonaban Biblias y textos sagrados en hogueras barriales. ¿Se logró acabar con las traducciones de la Biblia? No. Entonces Satanás cambió de táctica. Dijo: ¿Quieren Biblias? Tengan todas las Biblias que quieran. Nuevas traducciones, nuevas versiones, nuevos formatos. La Biblia para la mujer, para los niños, para los pastores… ¡Hasta tengo en mi poder la Biblia del surfista! ¿Lo puedes creer? Al diablo ya no le importa que tú tengas una Biblia, siempre y cuando la Biblia no te tenga a ti.

Hoy, el ataque está dirigido a la sana doctrina. Abundan los institutos, seminarios, universidades en teología con masterados, P.H.D. y licenciaturas en divinidad, Etc., Etc. Tendencia doctrinales nuevas, diferentes posiciones y prácticas. Hay tantas que confunden, a la vez que se nos va el tiempo en estudiar como pescar hombres mientras las redes están vacías, las barcas amarradas al muelle de la comodidad y los pastores entretenidos en contar sus ofrendas.

¿Qué nos pasó? “No ignoramos sus maquinaciones”, dijo el apóstol Pablo, al referirse a nuestro archi enemigo. Él cambia su estrategia constantemente, pero su meta infernal nunca va a cambia: Atentar contra todo lo que tenga el sello de Dios: las almas, la Biblia, La Iglesia, el matrimonio, la familia, la doctrina.

Tal vez necesitemos también nosotros revisar “nuestras estrategias” y volver a las sendas antiguas. De lo contrario dejaremos de cumplir la sagrada orden de ser defensores de La Verdad y nos debilitaremos en esta lucha contra huestes espirituales de maldad.

Pensamiento del día:

No olvidar que toda cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones.