Los caminos de la vida, muchas veces toman la forma de verdaderas expediciones. Las emboscadas y los sorpresivos ataques enemigos, por delante y por detrás, pueden impedir que salgamos victoriosos de las batallas, que día a día enfrentamos.

Podemos sufrir derrotas en medio de las circunstancias, en nuestro enfoque o en nuestros pensamientos. Más de una vez queremos quitarnos el casco, sacar bandera blanca y rendirnos con las manos en alto.

En la antigüedad, los ejércitos, usaban una estrategia militar de avance a través de diferentes guardias, pero una de ellas, “La retaguardia”, cubría y defendía la última posición. Así, cualquier eventual ataque inesperado por detrás o en dirección contraria al avance, quedaba también protegido.

Sabemos que no es nada fácil, enfrentar todos los frentes de ataque, que la vida nos presenta. El trabajo, la casa, la familia, las amistades; las finanzas y todo el universo de responsabilidades nos desafían cada instante a estar alertas. En el afán de querer salir airosos de cada uno de ellos, quizá nos quedemos indefensos en alguna guardia.

Posiblemente fortalecemos aquellas áreas en las que nos sentimos más invadidos o atacados y descuidemos otras, que también pueden con el tiempo tendernos trampas. La promesa de Dios es que Él irá delante de nosotros, pero también detrás de nosotros. Cubrirá todos los caminos por los que nos toque transitar.

Por delante, hacia el futuro, nuestro avance está cuidado por Él. Y por detrás, nuestro pasado, sea como haya sido, también tiene Su cuidado asegurado. Esta verdad nos da seguridad. No estamos solos. Hay un Dios que ve y que defiende nuestras causas. El texto de Isaías comienza diciendo:” No saldréis de prisa, porque Él nos protegerá”. Ni rendirnos, ni huir son opciones.

Pero confiar en Aquel que cubre, cuida y defiende, es la mejor forma de seguir poniéndonos el casco y salir a la vida con todo lo que traiga.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Recuerda que Dios no pierde batallas.