Quiero que prestes atención a esta reflexión que presento. Alejandro Pérez, joven de 24 años, portador del virus del Sida, conoció a Jesús y fue perdonado de su estilo de vida pecaminoso y delictivo. Pero las consecuencias de su antigua vida le siguieron. Hace ya 22 años, en uno de esos días de bajas defensas escribió: “No puedo comprender o no quiero comprender lo que pasa en mi vida. Tengo que cargar las consecuencias de mi pecado. Aunque esto es parte de la voluntad de Dios munchas veces quiero cambiarla y no puedo. Es entonces cuando Él me muestra su gran poder y con paciencia quebranta mi rebelión y me ayuda  seguir. Yo sé que Él entiende mi necesidad a través de mi corazón. Pensar en esto me deja tranquilo. Esto que para mí es tan grande para Él es tan pequeña cosa… (Pero para mí es muy grande, es mi enfermedad). Me siento bien porque aprendí la consolación de Dios a través de su Hijo, Jesús. Mi debilidad es grande, pero el poder de mi Dios es más grande que esa debilidad, y  aunque algunos no lo vean Dios está en mi corazón. ¡Él me lo limpió! Estoy contento porque mis luchas me ayudan a aprender y mis derrotas a madurar. Mucho se aprende sufriendo. Dos cosas me impulsan a seguir adelante: La predicación a mis seres queridos y a los que posean mi enfermedad. Por eso debo seguir viviendo con Cristo y para Cristo. ¡Él me dará la victoria! Yo sé que su poder se perfecciona en mi debilidad, y aunque tenga tristeza y dolor en mi alma una cosa sé: Él me consolará y allá no tendré preocupaciones. Mientras tanto tomaré su cruz y le daré todas mis ansiedades, mi enfermedad y mi tristeza. Allí donde Él preparó lugar no solamente habrá gozo sino también una gran familia como Dios quiso formar desde la creación del mundo. ¡Estoy tan contento! Aunque ya no quiero estar acá yo sé que Dios tiene un plan  y, como elegido, tengo la obligación de cumplirlo sin rebeliones. Un día estaré con Él, hasta tanto trataré de anticiparme conociendo más y más de su grandeza.

Pensamiento del día:

Si no fuera por Dios no sé si hubiera llegado hasta este día. (Alejandro Pérez, 16/7/92)