Si quieres matar la flor de tu jardín que más amas, simplemente riégala todos los días. En poco tiempo verás sus hojas caer y su tallo doblarse por la podredumbre en su base. De la misma manera, si quieres matar una relación con alguna persona aférrate a ella de manera asfixiante. Al poco tiempo verás cómo se aleja de ti y quedas nuevamente solo, sola.  Muchas veces nos aferramos a las personas o cosas que consideramos muy valiosas simplemente por temor a perderlas. Experiencias traumáticas del pasado nos persiguen y activan en nuestro interior un mecanismo de defensa, miedo e inseguridad que, consciente o inconscientemente regula cada una de nuestras relaciones interpersonales. Si no sabemos manejar nuestro temor a la pérdida acabaremos perdiendo justamente aquello que temíamos. Tal vez otro motivo del temor a la pérdida es por orgullo. El prestigio o el poder que me otorga esa relación hacen que la cuide obsesionadamente. Pretendo que todo el mundo gire en torno a mí, aun las personas que amo. Es un narcisismo disfrazado de amor, cuando en realidad es amor a uno mismo, a su propia imagen. Dios nos hizo seres sensibles y sensitivos con capacidad de dar y de recibir amor, pero se recomienda un amor inteligente y sabio, regulado más bien por ese Dios de amor que por mis fluctuantes emociones y un corazón engañoso. Dios es amor, dice la Biblia. Entonces hasta que yo no tenga al Dios de amor no estaré capacitado para amar de verdad. Será cualquier otra cosa menos amor verdadero. Pasión, obsesión, atracción, interés… pero nunca amor. Suicidios, divorcios, soledad y miedo es la consecuencia natural de un corazón que ama sin tener a cuenta a Dios. Cuando Él guía mis emociones estas me llevan a puerto seguro. En cambio, cuando soy yo quien controlo el timón de mi corazón acabaré siempre en un naufragio emocional.

Dale oxígeno a tus relaciones, respeta el espacio personal de los demás. Confía en las personas. No todos son malos, no siempre serás traicionada/o. No vivas víctima de tus fluctuantes emociones. Cede el mando de tu vida a Aquel que es Amor. Sólo entonces podrás amar y ser amado de verdad.

 

Pensamiento del día:

Si no sabemos manejar nuestro temor a la pérdida acabaremos perdiendo justamente aquello que temíamos.