Según algunos, su morada será en los cielos según Filipenses 3:20. Según otros, la estancia celestial será transitoria. Dicen que si Jesús ha de reinar durante mil años en la tierra, entonces la iglesia tendrá que estar en la tierra junto a él.

Permítame hacer un breve resumen de los eventos que sucederán en la consumación de esta edad. Esto ayudará a visualizar mejor el destino final de la iglesia.

El reloj de Dios comenzará a moverse nuevamente a partir del arrebatamiento o rapto de la iglesia. Recordemos que por la gracia de Dios, su reloj se detuvo faltando siete años para el establecimiento del reino milenial de Cristo, según la profecía que encontramos en el libro de Daniel.

Es en este paréntesis en el tiempo de Dios, donde Dios toma un pueblo para si, formado tanto de judíos como gentiles que cumplen con la única condición de haber recibido a Cristo como Salvador. Este pueblo se llama la Iglesia.

El relato del arrebatamiento aparece en 1ª Tesalonicenses 4:16-17 donde dice: «Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.»

Según este testimonio, el arrebatamiento tiene que ver solamente con la iglesia. Tanto los muertos en Cristo como los vivos en Cristo, sean judíos o gentiles, una vez resucitados en el caso de los que han muerto o una vez transformados en el caso de los que estén vivos, seremos arrebatados para recibir a Cristo en las nubes y así estaremos siempre con el Señor. Esto significa que nadie que sea de Cristo se quedará en la tierra.

Luego vendrá sobre la tierra un periodo de siete años conocido como tribulación. De esto nos habla Jeremías 30:7 donde dice: «¡Ah, cuan grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado.»

Al final de la tribulación Israel estará listo para recibir a su Mesías y Jesucristo vendrá para juzgar a su pueblo y a las naciones gentiles que estarán sobre la tierra. Los justos, tanto judíos como gentiles, entrarán al reino milenial en la tierra y los injustos, tanto judíos como gentiles serán cortados de la tierra.

Note como describe este evento el profeta Ezequiel en lo que tiene que ver con la nación de Israel. Ezequiel 20:37-38 dice: «Os haré pasar bajo la vara, y os haré entrar en los vínculos del pacto; y apartaré de entre vosotros a los rebeldes, y a los que se rebelaron contra mí; de la tierra de sus peregrinaciones los sacaré, más a la tierra de Israel no entrarán; y sabréis que yo soy Jehová.»

Resumiendo diríamos que la iglesia será arrebatada, siete años más tarde vendrá Cristo a juzgar a las naciones y comenzará a reinar en la tierra con los justos por mil años. Ahora viene la pregunta: ¿Dónde estará la iglesia a partir de que fue arrebatada?

Este fue el tema de su consulta. Sabemos que no será en la tierra, porque en el reino milenial los súbditos de Cristo en la tierra serán seres humanos de carne y hueso, pero al iglesia para ese entonces estará formada de personas con cuerpos glorificados, ya sea porque resucitaron o fueron transformados.

Hebreos 12:22-23 nos arroja luz sobre este asunto. Dice así: «Sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos.»

Este pasaje bíblico está dirigido a los creyentes y dice su autor que sus nombres están inscritos en los cielos. Aun nos da el nombre de ese lugar. Se llama La Jerusalén Celestial. Con este dato veamos ahora Apocalipsis 21:10 donde dice: «Y me llevó en el espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo de Dios.»

A continuación el autor de Apocalipsis nos da un descripción precisa y hermosa de la Jerusalén celestial, el lugar donde estarán habitando los redimidos por la sangre de Cristo, con sus cuerpos glorificados.

La Jerusalén celestial también se conoce como la nueva Jerusalén. Esto lo podemos constatar en Apocalipsis 3:12 donde dice: «Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.»

La nueva Jerusalén o la Jerusalén celestial, es el mismo lugar del cual habló el Señor en Juan 14:2-3 donde dice: «En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis»

Cuando la iglesia entre a la Jerusalén celestial, jamás será removida de ese lugar. Cuando el Señor regrese con su esposa, la iglesia, a reinar, su lugar de morada no va a quedar desocupado por mil años. Mas bien, el lugar de habitación de la iglesia será transferido desde el cielo a una posición cercana a la tierra y así quedará suspendida, como un satélite sobre la tierra.

De este modo vio Juan a la Santa ciudad, la nueva Jerusalén, descendiendo del cielo de Dios. Este lugar de morada permanecerá en el aire, para arrojar su luz, que es el brillo de la refulgencia del Hijo, a la tierra, de manera que según Apocalipsis 21:24, las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella, y los reyes de la tierra traerán su gloria y honra a ella.

Se puede ver que aunque la tierra no estará en su estado eterno, y aunque es necesario que el rey gobierne en la tierra con vara de hierro, y aunque habrá una rebelión contra la autoridad del rey al final del milenio, sin embargo hasta donde concierne a la iglesia, ella estará en su estado eterno, gozando de comunión eterna, y de los frutos de su salvación. Desde esta ciudad celestial, ella reinará con aquel que lleva el título de Rey de reyes y Señor de señores.

Hasta este punto, la tierra no habrá entrado todavía en la eternidad, pero la iglesia y redimidos de todas las edades estarán ya en su estado eterno. Al final del reino milenial de Cristo sobre la tierra, Satanás será desatado por un poco de tiempo y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a fin de reunirlas para la batalla, el número de los cuales es como la arena del mar y subirán sobre la anchura de la tierra y rodearán a Israel y la ciudad de Jerusalén terrenal.

En este instante descenderá fuego del cielo y los consumirá. El diablo entonces será lanzado al lago de fuego y azufre, donde estaba el Anticristo y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.

Coincidentemente, resucitarán todos los incrédulos de todas las épocas de la humanidad para presentarse ante el juez en el juicio del gran trono blanco. Allí, frente a él, estando ellos de pie, escucharán su sentencia eterna, según Apocalipsis 20:15 donde dice: «Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.»

Después de este evento, Dios destruirá con fuego los cielos y la tierra actuales, según 2ª Pedro 3:10 donde dice: «Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.»

Dios procederá entonces a crear nuevos cielos y nueva tierra.