Por la manera como ha planteado su consulta, parece que tiene claro en su mente que su esposa es la culpable de los problemas en el área de intimidad sexual. Con todo el amor y el respeto, le aconsejo en primer lugar a que no se apresure identificando al culpable porque puede ser que efectivamente sea ella la culpable, pero también puede ser que Usted sea el culpable, pero lo más probable es que los dos sean culpables. Mientras más trato conflictos de parejas en el área sexual, más convencido estoy que la culpa de los problemas en el área sexual siempre es compartida entre el esposo y la esposa. De modo que, en segundo lugar, mi consejo es que hable franca y abiertamente con su esposa y entre los dos reconozcan que tienen un serio problema en el área de intimidad sexual. Si no logran sobrepasar esta etapa va a ser difícil implementar una solución.
Nadie recurre a un médico antes de reconocer que tiene una enfermedad. Deben reconocer que están enfermos en lo referente a su relación de pareja. Cuando entre los dos reconozcan eso, en tercer lugar, les recomiendo que busquen un consejero capacitado bíblicamente para tratar este asunto. Puede ser un pastor, o un anciano o un consejero familiar. Si no tiene confianza con el pastor o el anciano de su iglesia, busquen alguien que les inspire algo de confianza. Debería ser alguien que conozca de la Biblia para que sus consejos sean fundamentados en la Biblia. Cuando se reúnan con el consejero, traten de estar los dos, no cada uno por su lado, porque de esta manera el consejero podrá guiarles a identificar la parte que cada uno tiene en el conflicto. Ante el consejero, los dos deben ser absolutamente veraces y concretos de modo que puedan identificar correctamente el problema y plantear una solución bíblica. Todo esto va a funcionar bien, en la medida que los dos se sometan al proceso de consejería.
En cuarto lugar, acérquense más a Dios por medio de su palabra y la oración. Seguramente esto será parte de la solución recomendada por el consejero. Dice que ante el problema que está teniendo con su esposa ha tenido que recurrir a la masturbación para satisfacer su legítimo deseo sexual. El sexo fue dado por Dios al hombre y a la mujer para que lo disfruten en pareja, una vez que se han casado. La relación sexual en una pareja de esposos funciona bien cuando él se entrega a ella sin reservas y cuando ella se entrega a él sin reservas. De otro modo uno de los dos se sentirá utilizado o abusado. La masturbación es el goce sexual solitario, algo contrario al propósito de Dios para el sexo. De modo que la solución a su problema de intimidad con su esposa no es la masturbación. La solución se dará cuando entre los dos, y tal vez con la ayuda de un consejero, identifiquen con veracidad la raíz del problema y pongan en práctica los pasos sugeridos para arreglar el asunto. La raíz del problema puede ser espiritual o emocional o inclusive física, pero nunca se sabrá hasta que se decidan a enfrentar el problema con madurez y con un sincero deseo de buscar una solución.