La salvación es por creer en una persona. Esa persona es Cristo Jesús. Hoy en día existe mucha confusión en cuanto al significado de creer. Se piensa que creer es solamente un mero asentimiento intelectual; pero creer va más allá de lo intelectual. Creer es sinónimo de confiar plenamente. Una persona que cree en Cristo ha depositado totalmente su confianza en Cristo como su Salvador y por tanto ha dejado de confiar totalmente en su religión o en sus obras como aquello que le otorga mérito para ser salvo. Una persona que cree en Cristo como Salvador depende única y exclusivamente de lo que Cristo ha hecho por él en la cruz del Calvario. Para creer en Cristo se necesita de fe. La fe que salva no es una fe ciega, sino que es una fe inteligente. El objeto de esa fe es la persona de Cristo. La fe que salva ha sido llamada una fe viva. Si existe una fe viva, entonces debe existir también una fe muerta. ¿Cómo se diferencia una fe viva de una fe muerta? Pues por el fruto de la fe. La fe viva produce buenas obras. La fe muerta produce malas obras. Cuando una persona recibe a Cristo como Salvador y es sincera en la decisión de recibir a Cristo como Salvador, entonces es de esperarse que esa persona manifieste buenas obras que resultan de su fe viva.
No estoy diciendo que las buenas obras producen salvación o que las buenas obras producen seguridad de salvación. Lo que estoy diciendo es que las buenas obras son el resultado de la fe viva de una persona que es verdaderamente salva. Jesucristo decía: Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. ¿Cómo saber si una persona es salva? Pues, si ha recibido a Cristo como su único y suficiente salvador. Cuando la fe para tomar esta decisión es una fe viva, la persona mostrará las buenas obras que acompañan a la fe viva. Efesios 2:10 dice: Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para anduviésemos en ellas.