Mateo 7:1 dice que no debemos juzgar a otros, pero Levítico 19:15 dice: con justicia juzgarás a tu prójimo. ¿No le parece contradictorio?
No. No es contradictorio en absoluto porque como la Biblia es la palabra de Dios, no puede tener ningún tipo de errores ni contradicciones. Dios no es hombre para que mienta. Con esto en mente, permítame explicar la aparente contradicción que ha notado en los dos versículos mencionados en su consutla. Para eso, leamos el pasaje bíblico que se encuentra en Mateo 7: 1-5 donde dice: “No juzguéis, para que no seáis juzgados.
Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” Cuando una persona promociona sus propias normas de conducta en lugar de las normas de Dios, tiene que erigirse también en un juez de la conducta de los demás. Cuando los hombres establecen sus propias normas, se hacen a sí mismo jueces a fin de determinar lo que es aceptable o no aceptable, y para distinguir entre lo que se conforma a sus normas y lo que no.
El peligro del legalismo es que no conducirá al hombre a la santidad en su conducta. Además, de manera inevitable, hace del hombre juez tanto de las acciones como de los motivos de los demás. Por esto el Señor dijo: No juzguéis. No os volváis críticos. No os entreguéis a un espíritu de censura. Pero la palabra de Dios no prohíbe al hombre a distinguir entre el bien y el mal. La prohibición de: no juzguéis, no nos da ninguna excusa para que no condenemos el pecado. El texto citado en la consulta, el cual se encuentra en Levítico 19:15 es claro: “Con justicia juzgarás a tu prójimo” Por eso es que Pablo juzgó el pecado de inmoralidad, en la iglesia de Corinto. Cuando el Señor decía: No juzguéis, trataba más de los motivos que de las acciones. Las acciones son claras y evidentes cuando se evalúan mediante la palabra de Dios. Pero el hombre no puede discernir los motivos ni penetrar en la mente y el corazón de otros para conocer los pensamientos de ellos.
Esta es un área que sólo Dios puede escudriñar, y es sólo de él el derecho a juzgar. De modo que, no existe discrepancia alguna entre el mandato de Jesucristo a no juzgar y el testimonio bíblico de juzgar al prójimo con justo juicio. Lo que Jesucristo estaba diciendo es: No juzguen los motivos o las intenciones del corazón, porque no pueden saber lo que hay en el corazón de otros hombres. Pero juzguen las acciones porque eso es algo que pueden ver y evaluar conforme a la enseñanza de la Biblia.