El día de hoy vamos a responder la siguiente consulta: 1 Pedro 1:16 nos enseña que como creyentes debemos vivir en santidad. ¿Significa esto que si un creyente no está viviendo en santidad ha perdido la salvación?

Muchas gracias por su consulta. Para no dejar de lado el contexto, vamos a dar lectura al pasaje bíblico que se encuentra en 1 Pedro 1:14-16 donde dice: “como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” El tema central de este pasaje bíblico es la obediencia. Pedro habla de los hijos obedientes. Los hijos obedientes no deben ser indulgentes con los pecados que practicaban antes de ser creyentes. Una vez que llegaron a ser creyentes, deben moldear o conformar sus vidas según el patrón de Aquel cuyo nombre llevan. Si conforman sus vidas a los deseos que antes tenían mientras estaban en su ignorancia, están negando el carácter celestial que tienen por ser hijos de Dios. Así es, como hijos obedientes debemos manifestar en nuestro diario vivir el carácter santo de Aquel que nos llamó. Dios es santo en todos sus caminos. Si vamos a ser como él, nosotros también debemos ser santos en todo lo que hacemos y decimos. En esta vida nunca llegaremos a ser tan santos como Dios, pero debemos ser lo más santos posible porque Dios es santo. Pedro recurre al Antiguo Testamento para probar que Dios desea que su pueblo sea como él. Levítico 11:44 dice: “Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra.” Los creyentes hemos sido capacitados para vivir en santidad por el Espíritu Santo que habita en nosotros. Los creyentes del Antiguo Testamento no tenían este privilegio. Pero todo privilegio viene aparejado de una responsabilidad. Por cuanto los creyentes del Nuevo Testamento tenemos este privilegio, somos más responsables ante Dios por vivir vidas santas, que los creyentes del Antiguo Testamento. Esto es lo que en esencia está enseñando el pasaje bíblico en cuestión. Como notará, el texto no está diciendo que para ser salvos tenemos que ser santos, tampoco que para seguir siendo salvos tenemos que ser santos. Si fuera así, nadie llegaría a ser salvo y nadie que es salvo podría seguir siendo salvo, porque ¿quién podría jactarse de ser santo? Lo que está diciendo el texto es que por cuanto ya son salvos, los hijos de Dios deben ser obedientes y esa obediencia se debe manifestar en una vida de constante progreso en santidad. Sin embargo, es necesario dejar sentado el hecho que si una persona afirma que ha recibido a Cristo como Salvador, pero no se ve ningún cambio en su estilo de vida por cuanto sigue cometiendo los mismos pecados que cometía antes de tomar su decisión de recibir a Cristo como Salvador, en este caso, no es que esta persona ha dejado de ser salva y por eso comete todo tipo de pecado, sino que en realidad nunca ha llegado a ser salva. Se trataría de un falso creyente. Las malas obras le delatan como falso creyente. El verdadero creyente se caracteriza por un deseo sincero de vivir en santidad. Puede ser que llegue a pecar, pero lo reconocerá, lo confesará y se apartará de ese pecado.