Para dar respuesta, me gustaría leer el pasaje bíblico en Juan 1:6-13, de modo que podamos toma en cuenta el contexto. La Biblia dice: Hubo un hombre enviado de Dios,  el cual se llamaba Juan.  Este vino por testimonio,  para que diese testimonio de la luz,  a fin de que todos creyesen por él.  No era él la luz,  sino para que diese testimonio de la luz.  Aquella luz verdadera,  que alumbra a todo hombre,  venía a este mundo.  En el mundo estaba,  y el mundo por él fue hecho;  pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino,  y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron,  a los que creen en su nombre,  les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre,  ni de voluntad de carne,  ni de voluntad de varón,  sino de Dios.

El apóstol Juan, el autor del Evangelio que lleva su nombre, está hablando del ministerio de otro Juan, conocido como el Bautista. Juan el apóstol dice que Juan el Bautista fue un hombre enviado de Dios, quien vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, con el propósito que todos creyesen por él. El apóstol Juan deja en claro que Juan el Bautista no era la luz, sino uno enviado para que diese testimonio de la luz. La luz es el Señor Jesús. Él es la luz verdadera que alumbra a todo hombre para que todo hombre reconozca su condición como pecador y halle perdón de pecado en Él. Esa luz verdadera, es decir el Señor Jesús, venía a este mundo. Más aún, esa luz estaba en el mundo, el Señor Jesús ya estaba presente en este mundo, en su primera venida. El Señor Jesús no vino a este mundo como un intruso, sino que vino a lo que es suyo porque el mundo por él fue hecho, sin embargo, el mundo sumido en su pecado no le conoció. El mundo no reconoció al Señor Jesús como el Cristo, como el Hijo de Dios, como el Creador, como el Salvador. Es a raíz de este hecho que el apóstol Juan escribe esas lacerantes palabras de Juan 1:11: A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Lo suyo puede tener un amplio significado. Incluye la creación, porque él es el Creador, incluye la humanidad en general, porque Él es el dueño, incluye al pueblo que Dios escogió, la descendencia de Abraham, los judíos. Los suyos, por otro lado, se refiere al pueblo escogido de Dios, los judíos.

Esto es irónico. Los que debían haberle recibido con los brazos abiertos, le dieron las espaldas y le rechazaron. Sin embargo, aunque la mayoría de la humanidad, incluido la mayoría de los judíos, rechazaron al Señor Jesús, hubo un pequeño remanente que no lo hizo. Son los que le recibieron. Para ellos hay una hermosa promesa. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad, o el derecho de ser hechos hijos de Dios. Los que le hemos recibido, no somos engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Los que hemos recibido al Señor Jesús hemos experimentado un nuevo nacimiento, un nacimiento espiritual, muy distinto al nacimiento físico.