El diezmo era una obligación para el pueblo de Israel. El diezmo fue claramente legislado en la ley de Moisés. Pero el Nuevo Testamento introduce algo diferente. Se encuentra en varios pasajes bíblicos, pero dos se distinguen. El primero se encuentra en 1 Corintios 16:1-2. La Biblia dice: En cuanto a la ofrenda para los santos,  haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia.  Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo,  según haya prosperado,  guardándolo,  para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.

Se nota que este principio es universal para la iglesia, no solamente para la iglesia en Corinto o las iglesias en Galacia. La ofrenda debe ser parte de la adoración a Dios cada primer día de la semana. La ofrenda es un privilegio de cada uno de los creyentes, no sólo para los ricos ni sólo para los que tienen disposición de hacerlo, sino para todos. La ofrenda debe ser preparada de antemano. Ponga aparte algo, dice el texto. La ofrenda debe ser proporcional a la manera como se haya prosperado, según haya prosperado, dice el texto. La ofrenda debe ser guardada celosamente, guardándolo, dice el texto. El otro pasaje bíblico se encuentra en 2 Corintios 9:6-7. La Biblia dice: Pero esto digo:  El que siembra escasamente,  también segará escasamente;  y el que siembra generosamente,  generosamente también segará.  Cada uno dé como propuso en su corazón:  no con tristeza,  ni por necesidad,  porque Dios ama al dador alegre.

La ofrenda debe ser generosa. Si bajo el antiguo pacto los israelitas estaban obligados a entregar al menos el 23.3% de sus ingresos a Dios en calidad de diezmo, bajo el nuevo pacto, que es muchísimo mejor que el antiguo pacto, ¿estaría bien entregar al Señor algo menos que eso? Jamás piense que con tal de entregar el 10% de sus ingresos, con eso ya es suficiente. La triste realidad es que muchos ni siquiera llegan a dar ese 10%. La ofrenda debe ser un asunto entre el que ofrenda y Dios. Cada uno dé como propuso en su corazón, dice el texto. La ofrenda no debe ser algo que se lo publica de modo que todos lo sepan cuánto hemos ofrendado. El Señor Jesús dijo, según Mateo 6:3: Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha. La ofrenda debe ser algo que produce gozo, y alegría en el que ofrenda. No con tristeza, porque Dios ama al dador alegre, dice el texto. La ofrenda no debe ser dada por necesidad, es decir por obligación o por manipulación. Estos son tal vez los principios más importantes del Nuevo Testamento en cuanto a ofrendar.

En ningún lugar del Nuevo Testamento aparece el concepto que un requisito para poder servir al Señor es el estar al día con el diezmo, tampoco el estar ofrendando conforme a los principios establecidos por la palabra de Dios. ¿Por qué? Pues porque el ofrendar es algo que todo creyente debe estar haciéndolo, no solamente los que aspiran a servir al Señor en la iglesia, como predicando, por ejemplo. Es de esperarse por tanto que los que están sirviendo al Señor en la iglesia, estén siendo fieles con sus ofrendas al Señor, no como un requisito para poder seguir sirviendo al Señor, sino como una respuesta natural al mandado del Señor de ofrendar.