Una noche fue a una iglesia donde presentaron un número especial con estos ritmos y decían que todos los ritmos fueron creados para la gloria de Dios. ¿Será cierto?

Hablando de la música cristiana, el autor José Jordán en su librito titulado ¿Esto es música cristiana? Hace la siguiente declaración que cito textualmente: La iglesia en el día de hoy se está enfrentando con una plaga. Esta plaga existe porque gran parte de su programa está dirigido a complacer al hombre en lugar de glorificar a Dios.

La pregunta que debemos hacernos al evaluar nuestra música es: ¿A quién estamos sirviendo? Al hombre o a Dios. Si vamos a vivir agradando a Dios, no sólo tenemos que ser dirigidos por su propósito, evitando los peligros escondidos, sino que también debemos ser guiados por sus principios. Cuánta razón tiene este autor. Mucho de la música cristiana de hoy en día hace mover el cuerpo, pero no hace mover el espíritu. David Wilkerson dijo: Estoy cansado de la música cristiana que hace saltar frenéticamente a los jóvenes, pero no les hace caer de rodillas delante de Dios. Permítame por tanto citar los principios que José Jordán escribe en su librito mencionado anteriormente con un breve comentario de mi parte. Primero, la música debe glorificar a Dios. Glorificar a Dios significa exaltar o magnificar algún rasgo del carácter de Dios.

Mucho de la música contemporánea, falla rotundamente en glorificar a Dios, porque glorifica el ritmo o a los ejecutores de ese ritmo, o a los instrumentos que se utilizan para producir ese ritmo. Los ritmos musicales no son obra de Dios. Son obra de seres humanos. Algunos ritmos musicales como el rock por ejemplo, producen efectos nocivos en el ser humano. Esto es ampliamente conocido y científicamente comprobado. Mal podría Dios ser el autor de este ritmo musical. Mal podríamos decir también que todos los ritmos han sido creados para la gloria de Dios. Segundo, la música debe estar basada en la verdad. No es cuestión de cantar cualquier cosa. Es cuestión de dar a la Biblia el lugar central en la letra de las canciones. No está bien cantar cosas claramente opuestas a algo que declara la Biblia. Tercero, la música debe edificar. Edificar es construir. La buena música cristiana construye. Al evaluar la música se debe preguntar: ¿Edifica? ¿Construye? ¿Destruye? ¿Erosiona verdades bíblicas? La música cristiana debe ser una herramienta para promover el desarrollo del carácter cristiano, no una fuente de tentación que nos lleva a adoptar la conducta del mundo. Cuarto, la música cristiana no debe ser piedra de tropiezo.

El apóstol Pablo aconseja no hacer nada que pudiera ofender o ser una piedra de tropiezo. Gran parte de la música cristiana contemporánea ofende muchísimo a algunas personas y es piedra de tropiezo para otras. Vivimos en una época en la cual multitudes acuden a los denominados conciertos o festivales de música cristiana. Los escenarios, la iluminación, la conducta de los espectadores no se diferencia en absoluto de los mega conciertos seculares realizados por los artistas de moda en el mundo de la farándula. Los artistas cristianos en esos conciertos, porque eso es en la realidad lo que son, se consideran como estrellas, algunos como estrellas de rock, y no como siervos de Dios cuyo único deseo es glorificar a Cristo. Finalmente, la música cristiana jamás debe ser utilizada para otorgar beneficio personal a sus ejecutantes.