Voy a leer el texto en Juan 12:12-15. La Biblia dice: El siguiente día,  grandes multitudes que habían venido a la fiesta,  al oír que Jesús venía a Jerusalén,tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle,  y clamaban:  ¡Hosanna!¡Bendito el que viene en el nombre del Señor,  el Rey de Israel!  Y halló Jesús un asnillo,  y montó sobre él,  como está escrito:  No temas,  hija de Sion; He aquí tu Rey viene, Montado sobre un pollino de asna.

Notamos que algunos de la multitud tendían sus mantos en el camino por dónde iba a entrar el Señor Jesús a Jerusalén, mientras que otros de la multitud cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Esta práctica no tiene nada que ver con la fiesta judía de la pascua, la cual efectivamente se celebraba pocos días después de la entrada del Señor Jesús a Jerusalén. ¿Por qué entonces la multitud actuó de esta manera? El pasaje en el Evangelio según Mateo nos da la respuesta. La gente que iba delante del Señor Jesús, y la gente que iba detrás, aclamaba diciendo: ¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas! Lo que la gente aclamaba era una porción modificada del Salmo 118. Más específicamente los versículos 25-26 donde dice: Oh Jehová,  sálvanos  ahora,  te ruego; Te ruego,  oh Jehová,  que nos hagas prosperar ahora.  Bendito el que viene en el nombre de Jehová; Desde la casa de Jehová os bendecimos.

La palabra Hosana, es justamente la transliteración de la expresión Hebrea, “sálvanos ahora” Al decir: Sálvanos ahora, al Señor Jesús, el Hijo de David, los judíos estaban reconociendo, al menos momentáneamente, que el Señor Jesús era el Cristo, el Mesías de Israel, quien venía como un guerrero victorioso para gobernar sobre Israel y acabar de una vez por todas con la odiosa opresión Romana. Al decir: Bendito el que viene en el nombre del Señor, los judíos estaban reconociendo, al menos momentáneamente, que el Señor Jesús, como el Cristo o el Mesías de Israel, había sido enviado por Jehová, el Señor, para traer liberación al pueblo judío y la prosperidad material prometida a sus patriarcas. Al decir: Sálvanos ahora, en las alturas, el pueblo de Israel estaba reconociendo, al menos momentáneamente que desde el cielo, Dios estaba listo y dispuesto a derramar bendición a su pueblo escogido. De modo que, cuando el Señor Jesús entró a Jerusalén poco antes de la fiesta de la Pascua, fue recibido como lo que es, como el Cristo, como el Mesías de Israel, pero pocos días después, la misma multitud que le aclama diciendo: Hosana, pedía a gritos a Pilato que le crucifique. El Hosana se transformó en un crucifícale. ¿Por qué? Pues porque la gente miraba solamente su propio bienestar. Vieron en el Señor Jesús el medio para vivir bien, pero cuando oyeron al Señor Jesús hablar de su muerte inminente, dejaron de mirarlo como el Cristo o como el Mesías de Israel, y estimulados por los líderes religiosos, pidieron a Pilato que lo crucifique. Así de torcido es el corazón del hombre.