De alguna manera, la historia de la humanidad está resumida en una sola montaña, en un solo momento y representada por tres cruces.
Sí, el Monte Calvario, o de la Calavera, hace dos milenios atrás. Dios, en forma humana, en la persona del Mesías, protagonizaba aquel evento crucificado entre otros dos. Es el evangelista Mateo el que dedica más atención al relato de los dos ladrones que estaban crucificados a ambos lados del Señor.
Uno de ellos le injuriaba, pero el otro, reconociendo a Dios mismo dentro de ese ser desfigurado, suplicó perdón por sus pecados y recibió, de labios de Jesús, la bella promesa: “En verdad te digo que hoy estarás con migo en el paraíso.” Podemos decir entonces que, de esos tres hombres, uno murió en sus pecados, rebelde, sin recibir ayuda por no reconocer su incapacidad.
El otro murió a los pecados, aunque no tuvo la oportunidad de experimentarlo en su vida, eso es lo que sucedió en su ser regenerado, dice la Biblia en Romanos 6:11, y el tercero, Jesús, moría por los pecados.
Lo mismo sucede hoy a nuestro derredor. La sangre de Jesucristo sigue vigente y lista para limpiar el corazón de todo aquel que ponga su fe en la cruz. Sí, su muerte por los pecados del mundo sigue siendo un hecho. Algunos pocos miran hacia atrás sacando un récord de lo que fue su vida colmada de fracasos y se entregan por fe y arrepentidos a los pies de Jesús.
Pero la gran mayoría, con la misma actitud de aquel ladrón rebelde y desafiante, transitan sus vidas indiferentes al llamado del evangelio y llegan al final de su viaje sin recibir perdón y nueva vida. Mueren en sus pecados completando así el mismo cuadro presentado hace más de dos mil años. No hay término medio, no hay sino dos religiones en el mundo.
Los que ven en la persona de Jesús la esperanza, perdón y solución para sus vidas y los que niegan hasta la misma existencia de Dios quitando así de sus mentes la idea de un futuro ajuste de cuentas y “luz verde” para seguir pecando. Cristo sigue en el medio ofreciendo, esperando, invitando. Pero el tiempo se acaba.
Pensamiento del día:
En la Cruz, uno murió en sus pecados, otro murió al pecado y Otro por los pecados.