¿Cómo podemos vencer las angustias en cuanto al futuro? ¿Cómo se puede vivir sin ninguna preocupación? ¡Es imposible! ¿Cómo puedo olvidar las preocupaciones?
La respuesta a esta pregunta es la llave al problema de las preocupaciones. Cristo no nos pide que dejemos de sentir urgencia. Nos dice que dirijamos nuestra urgencia hacia otra cosa. Nuestra preocupación no debe ser dirigida hacia mañana, porque esto sólo nos parte en dos.
Si has puesto en manos de Dios tus mejores planes, puedes dirigir tu atención a otra cosa que no sea mañana. Ya no tienes que afligirte sobre el futuro, y puedes dirigir tus esfuerzos, tus energías y todo lo que tienes hacia hoy.
Esta es la llave que cierra la puerta a la angustia, y abre la puerta de la paz: concéntrate en hoy.
Concentrarse fuertemente en algo es una actitud correcta, no equivocada.
Toda emoción que Dios nos ha dado tiene un uso correcto en el momento correcto. Cada emoción puede ser positiva cuando se usa correctamente, acorde con los mandamientos y principios de la Palabra de Dios. Pero cada emoción puede usarse equivocadamente también.
Interesarse fuertemente (sentir “urgencia” con respecto a alguna cosa) es una habilidad dada por Dios para movilizar las energías de cuerpo y mente para resolver un problema.
Pero cuando enfocamos estas energías en el futuro, el propósito de soltar las energías químicas y eléctricas del cuerpo es frustrado, porque se derraman en el cuerpo pero no pueden usarse. No pueden convertirse en acción, porque es imposible hacer algo sobre el futuro.
La preocupación activa una energía que no se usa, y en algunos casos los químicos producidos producen úlceras del estómago y otros síntomas físicos.
Pero si te enfocas en el día de hoy, las energías no son desperdiciadas, sino que pueden usarse. Tu preocupación será útil, tus energías podrán ser usadas al servicio de Jesucristo para resolver los problemas en lugar de preocuparse por ellos. Tú puedes hacer algo respecto a los problemas porque los tienes a mano, estás tratando con la realidad concreta.
De ahora en adelante entrega el mañana a Dios, concéntrate con todas tus fuerzas en hacer con excelencia lo que esté “al alcance de tus manos”, y permite que la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guarde tu corazón.
Pensamiento del día:
La preocupación activa una energía que no se usa.