Decía Gandhi que “las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista”.
Estar entre otros implica desafíos diarios de comprender, entender y traducir las maneras de pensar de los demás. Sin embargo, hay personas que tienen un nivel muy bajo de tolerancia, de paciencia y de respeto por las diferencias.
Solo consideran como cierto lo que ellos son o piensan menoscabando su entorno de relaciones. Muestran egoísmo e individualismo y empobrecen su vida por no permitir un intercambio sano y eficaz en sus relaciones interpersonales.
Se imponen y hacen de sus ideas un monopolio. Así, la comunicación es interrumpida y crece la desconfianza, el autoritarismo y la exclusión de unos hacia otros. Si bien es cierto que no es sencillo comprender las diferencias de todos todo el tiempo, es necesario crecer en esa virtud. El libro de Efesios marca tendencia referente a las relaciones personales.
El marco entre todas ellas es el AMOR.
Si sostenemos un encuadre de Amor y de Gracia en el trato de los unos y los otros, todo el proceso que suceda dentro de ese marco, será sostenido, contenido y atravesado para el crecimiento y el desarrollo de mejores intercambios.
Pero si no logramos enmarcar nuestro ámbito de relaciones en el amor, entonces los procesos terminarán en quiebres, amarguras y rencores. El apóstol Pablo nos invita a reflexionar. Dice que sobre todas las cosas (todas las que sucedan entre las personas) “Vístanse de amor” podemos ampliar el significado diciendo, perdonen, no se quejen todo el tiempo, aborden los conflictos con quien los tienen que afrontar, no critiquen, no descalifiquen, no juzguen por adelantado. Etc. Etc.
Lo cierto es que si el Espíritu de Dios no nos ayuda en esto ¡Suele ser imposible! Permite a Jesús, hacer una obra de amor en tu propia vida, dale lugar a Su perdón y su restauración en ti. Verás cómo Su Gracia abre nuevas oportunidades de relaciones transformadas.
Pensamiento del día:
“Me entenderás cuando te duela el alma como a mí”