Nunca existe una respuesta sencilla ni única para un problema complejo de la experiencia humana. Cuando nos referimos por ejemplo al problema de la “Soledad”, no existen fórmulas. Muchos la padecen, algunos la evitan desesperadamente y otros aprenden a vivir solos sin soledad. No es fácil explicarla y es desolador sentirla. Asume muchas formas: la pérdida de la persona amada, una separación, un proyecto que se frustra, la vejez, la viudez el desarraigo y otros factores pueden ser los detonantes de un sentimiento así. El ser humano desde que nace, busca insaciablemente ser amado y reconocido. Fuimos creados para estar en relación. Constitutivamente la raza humana tiene la capacidad de compañerismo con otros. Pero cuando esto se presenta insatisfecho, los síntomas del sentirse “solo” aparecen y hacen su trabajito lento pero seguro. Hoy existen muchas causas que contribuyen al sentimiento de soledad más que en otros momentos. La vida comunitaria se está extinguiendo para ser reemplazada por el individualismo, la competencia y las relaciones débiles y de poco compromiso mutuo. Sin embargo, aunque hay aspectos en el presente que influyen, no es cuestión de moda ni de clases sociales. Un científico muy famoso como lo fue Albert Einstein dijo una vez:” Es raro se conocido tan universalmente y a la vez estar tan solo”.
Hay determinados caminos de la vida que debemos transitarlos solos y eso no es malo ni debe causarnos culpa. Estar solo no es lo mismo que sentirse solo. Jesús disfrutaba de estar con muchas personas, pero también elegía momentos para aislarse y estar a solas con el Padre. Y allí radica quizá una de las causas a donde debemos llegar. La separación de Dios ha sido universalmente la mayor causa de soledad en el corazón del hombre. Dios provee los recursos espirituales y mentales para acompañar nuestra existencia siempre, estemos en la situación que estemos. En esa relación espiritual Él se convierte en nuestro permanente compañero. Contamos con la promesa de Su Presencia en cada instante.
Hay determinados caminos de la vida que debemos transitarlos solos y eso no es malo ni debe causarnos culpa.