Gracias por su consulta. La Biblia presenta los requisitos que debe cumplir la persona con la cual un hombre creyente, o una mujer creyente, se debe casar. En esencia, debe ser una persona del sexo opuesto, porque los matrimonios entre personas del mismo sexo, están condenados por Dios, además, debe ser una persona creyente, porque Dios condena los matrimonios entre una persona creyente y una persona no creyente. Aparte de estos dos requisitos claros y específicos, existen indicios que mostrarían que además debe ser una persona madura en la fe. La Biblia no presenta requisito adicional alguno. Esto significa que el creyente tiene plena libertad de escoger su pareja entre las personas que cumplen con estos requisitos. Una vez que el creyente ha escogido a la persona con quien se va a casar y contrae matrimonio con esa persona, se ha hecho evidente que aquella persona es la persona que Dios también ha escogido para ese creyente.

Es decir, que Dios no anula la voluntad del creyente en este proceso de escoger con quien ese creyente se va a casar. El creyente debe depender de la guía y del poder del Espíritu Santo para escoger su pareja dentro del marco establecido por Dios en su Palabra. Esto tiene varias implicaciones de orden práctico. El creyente que piensa que debe casarse, debe orar a Dios que le dé sabiduría y discernimiento para encontrar a la persona con quien debe casarse, respetando los principios que aparecen en la Biblia. El creyente no debe apresurarse a tomar esta decisión tan importante, pero tampoco debe ser apático, como esperando que Dios tome esta decisión por él. El creyente no debe disfrazar su timidez afirmando que no hace nada para buscar su pareja, porque de eso se ocupa Dios. Lo aconsejable es el sano equilibrio. Debe orar como si todo dependiera de Dios y a la par debe buscar como si todo dependiera de él. Por otro lado, una pareja que ya se ha casado, no tiene la más mínima razón para pensar que la persona con quien se casó no fue la voluntad de Dios, asumiendo que es una persona del sexo opuesto, es creyente y es madura en la fe.

Menciono esto porque no son pocos los casos en los cuales creyentes viven atormentados pensando que se equivocaron al casarse con su esposa o con su esposo, a pesar que son personas del sexo opuesto, son creyentes y son maduros en la fe. No hay tal, el hombre con quien se casó, o la mujer con quien se casó, es la voluntad de Dios para Usted, él es el hombre que Dios tenía preparado para Usted, o ella es la mujer que Dios tenía preparado para Usted. No siga rompiéndose la cabeza pensando que se equivocó. Más bien haga todo lo que le instruye la Biblia para edificar la relación con su esposa o su esposo de modo que sea lo más satisfactoria posible.