La cruz era un instrumento de tortura, en el cual padecían hasta morir los peores malhechores. En un instrumento así, el Señor Jesús padeció hasta morir en lugar del pecador. La muerte sustitutoria del Señor Jesucristo en la cruz, garantiza perdón de pecado a todo aquel que deposita su fe en él y lo recibe como Salvador. Sin embargo, la muerte en la cruz no fue todo lo que hizo falta para sellar nuestra salvación. Jamás debemos olvidar que el Señor Jesús resucitó de entre los muertos, demostrando que su Padre aceptó el sacrificio de él por nuestro pecado. El Señor Jesucristo está vivo. La imagen de una cruz de la cual pende un cuerpo maltrecho y sangrante no refleja la historia completa de la redención. En el Nuevo Testamento existe un texto que erróneamente ha inducido a muchos a idolatrar la imagen de la cruz. Se encuentra en Gálatas 6:14 donde dice: Pero lejos esté de mí gloriarme,  sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo,  por quien el mundo me es crucificado a mí,  y yo al mundo.

En este versículo, Pablo no está diciendo que él siente profundo respeto o hasta devoción a una imagen de la cruz, ya sea con un cuerpo crucificado o sin él, sino que todo su bienestar espiritual, depende de lo que el Señor Jesucristo logró con su muerte en la cruz. Los judaizantes, es decir la gente que incita a los creyentes gentiles a adoptar prácticas propias del judaísmo, pensaban que su bienestar espiritual dependía de su circuncisión y apego a la ley de Moisés, Pablo dice: No. Mi bienestar espiritual depende única y solamente de lo que Cristo logró al morir por mí en la cruz. Así que, no tiene sentido que los creyentes hagamos de la imagen de una cruz el objeto de nuestra adoración. Por otro lado, llevar la imagen de una cruz colgada al cuello con una cadena, es considerado por muchos como un amuleto de buena suerte. Uno que aboga por la eficacia de esta práctica declaró lo siguiente: Llevarla con nosotros en nuestra vida cotidiana nos ayudará a encontrar la senda correcta y fortalecerá nuestro corazón frente a las adversidades, pues encontraremos cobijo en el amor de Jesús. ¿Se puede imaginar? La imagen de una cruz ha reemplazado al mismo Dios. Si tengo mi imagen de una cruz ¿para qué necesito a Dios? Mi cruz es suficiente. Igual podríamos decir de cruces colgadas en paredes, de cruces en bolsos, de imágenes de cruces en billeteras y cosas por el estilo. Nos dice que besa una cruz por respeto, pero eso se acerca mucho a la devoción a un objeto, algo que es pariente cercano de la idolatría. Además, los creyentes que le vean besando una cruz, no pensarán que lo hace por respeto, sino que está adorando ese objeto. Por último, veo que tiene serias dudas en cuanto a si a Dios le agrada eso de besar una imagen de una cruz. La palabra de Dios nos exhorta a evitar hacer algo sobre lo cual tenemos alguna duda. Note lo que dice Pablo en cuanto a dudar sobre algo que se puede o no comer. Romanos 14:23 dice: Pero el que duda sobre lo que come,  es condenado,  porque no lo hace con fe;  y todo lo que no proviene de fe,  es pecado.

Aplique este principio a su caso particular en cuanto a besar la imagen de una cruz, y ya tiene respuesta a su inquietud.