Recibir al Señor Jesucristo como Salvador significa creer en su nombre. Es un acto de fe, es algo que sucede en el fuero interno de un pecador cuando reconoce su estado espiritual, cuando reconoce el peligro en el que se encuentra, cuando reconoce que Dios le ama y que por ese amor Dios proveyó un sustituto, el Señor Jesucristo, para que tome el castigo que el pecador merece. Si quiere ser salvo, ese pecador debe depositar su fe en el Señor Jesucristo, es decir confiar plena y absolutamente en el hecho que Cristo pagó su deuda de pecado y por tanto él no tiene que pagar nada en absoluto. Como resultado, ese pecador es perdonado, es declarado justo por Dios, es hecho hijo de Dios y muchas otras cosas más. Siendo así, no hace falta necesariamente hacerlo en público levantando la mano cuando alguien hace una invitación a recibir a Cristo, o pasando adelante, o inclusive, haciendo lo que llaman la oración de fe del pecador, lo cual es repetir, a veces sin siquiera pensar, lo que otro está diciendo.  Siendo ese el caso, entonces ¿por qué es que muchos predicadores hacen la invitación a levantar la mano o ponerse de pie o pasar adelante o hacer una oración a los que quieren recibir a Cristo? Pues no para que por hacer alguna de estas cosas los pecadores se salven, sino simplemente para saber quién ha recibido a Cristo en esa reunión, de modo que se pueda hacer un seguimiento o un discipulado. Es importante que los predicadores no confundamos al pecador haciéndole pensar que por hacer esto o aquello es salvo. La salvación no es por hacer algo, cualquier cosa que sea, sino por creer en el nombre del Señor Jesucristo y en consecuencia recibirlo como Salvador. Dicho esto, voy a leer Romanos 10:9-10, el texto que necesita explicación. Dice así: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,  y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,  serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia,  pero con la boca se confiesa para salvación.

No pretendo analizar a fondo todo lo que en este par de versículos se presenta, pero simplemente le diré que la confesión con la boca en cuanto a que el hombre Jesús es Jehová el Señor, y que solamente por medio de él podemos ser salvos, es un resultado de ya ser salvos, mas no un requisito para ser salvos. Se puede llegar a ser salvo en la quietud de algún rincón privado, pero si la decisión es sincera, se confesará con su boca, sin temor alguno, todo lo que ha hecho y significa el Señor Jesucristo. Cuando el texto habla de que con el corazón se cree para justicia, está refiriéndose a algo interno en el pecador que le motiva a tomar la decisión de corazón de recibir a Cristo como Salvador. El creyente genuino, jamás tendrá reservas en cuando a confesar con su boca que Jesús es Jehová el Señor, que Jesús murió y resucitó, y que Jesús es su incomparable Salvador. Es un resultado de ser salvo, no la manera para ser salvo.