El suicidio es contrario a la voluntad de Dios, porque dar o quitar la vida es una prerrogativa exclusiva de Dios. Hablando de Jehová, Dios, Deuteronomio 32:39 dice: Ved ahora que yo,  yo soy,

 Y no hay dioses conmigo; Yo hago morir,  y yo hago vivir; Yo hiero,  y yo sano;  Y no hay quien pueda librar de mi mano.

Siendo algo contrario a la voluntad de Dios, el suicidio es pecado, porque en esencia el pecado es todo lo que no se ajusta a la voluntad y a las normas de Dios. Aunque Dios ha dado a todo creyente el poder y los recursos para vivir en santidad, sin embargo, es posible que un verdadero creyente peque, cuando en lugar de someterse al poder del Espíritu Santo, se somete al poder de su propia vieja naturaleza cuya tendencia incurable es hacia el pecado. Previendo esta posibilidad, Dios ha establecido la manera como un creyente puede arreglar su problema de pecado. 1 Juan 1:9 dice: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Estas palabras no son para los incrédulos sino para los creyentes. Ahora aplicando todo esto a un creyente quien se ha quitado la vida. La pregunta es ¿Cuál será el destino eterno de esta persona? Bueno, todo depende de si esta persona fue sincera en recibir al Señor Jesucristo como Salvador. Si lo fue, la palabra infalible de Dios dice que esta persona es salva. Note lo que dice Juan 3:36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna;  pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida,  sino que la ira de Dios está sobre él.

Por haber confiado en Cristo como Salvador, la persona que lo hace, tiene vida eterna, es salva, su destino eterno es el cielo. Pero si la persona no ha sido sincera en su decisión de recibir a Cristo como Salvador, si lo ha hecho sin saber lo que estaba haciendo, o para agradar a alguien, o de labios para afuera, entonces esta persona no es salva, y si muere físicamente en estas condiciones, recibirá el castigo eterno por su pecado. Alguien tal vez preguntará: Pero ¿puede un verdadero creyente cometer suicidio? La respuesta, lamentablemente es sí, porque el suicidio es pecado, y como ya hemos demostrado, el creyente está en capacidad de cometer pecado, inclusive el suicidio. Todo esto no es para alentar el suicidio entre los creyentes, porque ya hemos dicho que el suicidio es pecado y mal podríamos alentar a los creyentes a pecar. El suicidio es una medida en extremo egoísta, porque ofrece poner fin a una situación que parece insoportable, pero al elevado precio del sufrimiento de todas las personas relacionadas con la persona que se suicida. El suicidio también es desconfiar en Dios. El que se suicida está diciendo a Dios: Tú no puedes hacer nada por mí. Tú no tienes poder para sostenerme en medio de mi problema y por eso prefiero tomar mi vida en mi propia mano. Desde cualquier punto de vista que se lo mire, el suicidio no resuelva nada, sino complica todo. Dios es más que suficiente para sostener a cualquiera de los suyos en las crisis más difíciles, sin necesidad que tengamos que pensar siquiera en un suicidio.