El pasaje bíblico que trata el tema de su consulta se encuentra en Mateo 27:45-53. Permítame leerlo: Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.  Cerca de la hora novena,  Jesús clamó a gran voz,  diciendo:  Elí,  Elí,  ¿lama sabactani?  Esto es:  Dios mío,  Dios mío,  ¿por qué me has desamparado?  Algunos de los que estaban allí decían,  al oírlo:  A Elías llama éste.  Y al instante,  corriendo uno de ellos,  tomó una esponja,  y la empapó de vinagre,  y poniéndola en una caña,  le dio a beber.  Pero los otros decían:  Deja,  veamos si viene Elías a librarle.  Mas Jesús,  habiendo otra vez clamado a gran voz,  entregó el espíritu.  Y he aquí,  el velo del templo se rasgó en dos,  de arriba abajo;  y la tierra tembló,  y las rocas se partieron;  y se abrieron los sepulcros,  y muchos cuerpos de santos que habían dormido,  se levantaron;  y saliendo de los sepulcros,  después de la resurrección de él,  vinieron a la santa ciudad,  y aparecieron a muchos.

Así es como Mateo registra lo que sucedió aquel aciago día. Densas tinieblas rodeaban la escena del Gólgota desde el mediodía. A las tres de la tarde el Señor Jesús entregó su espíritu al Padre. El mismo instante acontecieron algunos eventos sobrenaturales. El pesado velo del templo que dividía el lugar santo del lugar santísimo se rasgó en dos, de arriba abajo, indicando que por la obra perfecta de Cristo en la cruz se había abierto el camino al Padre para todo pecador que recibe a Cristo como Salvador. Al mismo tiempo, se produjo un gran terremoto. La tierra se sacudía en convulsión descontrolada. Las rocas de los montes se partieron y como los judíos tenían la costumbre de sepultar a sus muertos en cuevas rocosas y cubrir la entrada con grandes rocas, muchas quedaron expuestas. Mateo relata que se abrieron los sepulcros. Lo maravilloso es que después que resucitó el Señor Jesucristo, muchos santos que habían muerto, resucitaron también y saliendo de sus sepulcros, vinieron a Jerusalén y aparecieron a muchos, como para no dejar duda en cuanto a la autenticidad del milagro. Esto es todo lo que con la autoridad del relato bíblico podemos afirmar. Cuando Mateo habla de los santos se está refiriendo a judíos que antes de morir habían sido perdonados de sus pecados. ¿Cuántos eran? La Biblia no lo revela, pero eran muchos. ¿Quiénes fueron específicamente? No se puede saber, sus nombres no han sido revelados en la Biblia. ¿Qué pasó después con ellos? Pues los intérpretes bíblicos se agrupan en dos bandos. El primero dice que volvieron a morir, al igual que Lázaro, el hermano de María y Marta, quien también resucitó para volver a morir. El segundo dice que estos santos resucitaron con cuerpos glorificados y que en algún momento posterior fueron arrebatados al cielo como una muestra de lo que más tarde sucederá cuando los muertos en Cristo resuciten y sean arrebatados al cielo. No se puede ser dogmático en esto, así que, puede integrarse a cualquiera de los dos bandos. En cuanto a quiénes se aparecieron, no se puede saber con certeza, deben haber sido gente en Jerusalén.