Piensa bien antes de hablar. Hacer una promesa no es sólo decir algo por decir y después dejas las cosas a medias, y creer que Él no te va a pedir cuentas de eso.

Cuando hacemos promesas estamos poniendo a Dios de testigo, y si no cumplimos es el mismo Dios quien está como juez para demandarnos el cumplimiento del mismo pacto. Las consecuencias de no cumplir con los pactos y promesas son evidentes en toda la Biblia, y también la manera que Dios ha tratado con cada uno de aquellos que no respetaron su palabra y sus promesas a Dios.

Hay personas que están acostumbradas a hacer promesas mentirosas, a hablar sin la intensión de cumplir con sus palabras; mienten, engañan, se engañan a sí mismo; creen que no tendrán que rendir cuenta de eso, pero Dios nos es alguien a quien puedes prometer y no cumplir.

Es tonto decir a Dios algo y no cumplirlo después. Mejor cumple lo que prometes y si no, es mejor que te arrepientas y hables con Dios sobre eso. ¿Estás en deuda con Dios?. Dile a Dios, mientras tomas un café, que necesitas fuerzas para cumplir con todas tus promesas.