Una historia cuenta que tres hombres salieron a cazar.
Uno de ellos era médico, el otro cazador experimentado y el otro un pastor de iglesia. Alistaron sus equipos y fueron en busca de su presa.
Pasó un tiempo y ningún animal se avistaba, hasta que de repente, entre los árboles, vieron a un siervo al que los tres le dispararon en ese instante.
El siervo cae muerto y ellos comienzan a discutir quién había matado realmente al animal.
El doctor dijo haber sido él, ya que le había pegado justo en el lugar donde por su experiencia médica sabía que ocasionaría la muerte. El cazador se atribuyó el hecho, ya que era el de mayor destreza en el arte de cazar. El pastor humildemente solo dijo que él era quien lo había matado.
Por ahí pasaba un baqueano, quien, al ver al animal tendido en el suelo, se acercó para verificar la certeza del disparo. Al verlo tendido en el piso dijo: _Quien mató a este siervo no ha sido ni el médico, ni el cazador sino el pastor ya que el tiro entró por una oreja y le salió por la otra_
Simplemente es una historia, pero suele pasar más de lo que creemos. Algunos OYEN la Palabra de Dios, pero pocos HACEN lo que la Biblia enseña. Como la bala en el siervo: Entra por un oído y sale por el otro. No permanece anclada ni en el corazón, ni en los pensamientos, y por ende tampoco en sus acciones y conductas.
Guardar Su Palabra es tener una actitud de escucha y recibir el conocimiento que se nos abre al leerla; pero no quedarnos solamente con eso, sino también responder de modo coherente con lo que oímos. La enseñanza de Su Palabra nos hace inteligentes, prudentes, responsables y movidos hacia el bien.
No nos quedemos solo como oyentes, seamos también personas de acción y compromiso con lo que entra en nuestras vidas al recibir Su Verdad. Conocer la verdad de Dios es necesario y ponerla en práctica, indispensable.
PENSAMIENTO DEL DÍA:
Jesús dijo: No sean solamente oidores de mi Palabra, sino también hacedores de la misma.