En la escritura, las palabras cumplen funciones apropiadas para la coherencia y la cohesión discursiva. Sin dichas funciones, la escritura sería desordenada y carecería de sentido. Entre muchas de ellas, la palabra “pero” resulta ser un conector interesante.

Entre otras cosas, lo que indica es que contrapone una proposición con otra. O sea que su función principal es la de iniciar una segunda cláusula estableciendo una cierta contrariedad entre las dos proposiciones que coordina. ¿Te confundió esta definición Tan técnica?…Hagámoslo más simple, basta con revisar algunas respuestas que suelen darte tus hijos para entender: “Lo haré, pero”. ¿Sabes? El Señor Jesús se encontró con tres respuestas que incluyeron un, pero. El relato de Lucas dice que yendo Él por el camino uno le dijo: _ Señor te seguiré adonde quieras que vayas._ Sin embargo, no lo pudo sostener hasta el día de la crucifixión.

El otro le dijo: _Te seguiré; pero déjame ir a enterrar a mi padre_ Apareció uno más que le dijo: _Te seguiré, pero déjame despedirme de mi familia._

No sólo nuestros hijos son expertos en usar “pero” para contradecirnos. Seguir a Jesús implica determinación y decisión. La escena que describe este pasaje del evangelio de Lucas nos enfrenta con tres posibles respuestas ante el llamado a ser discípulos.

La primera es la persona emocional que enseguida dice: _ ¡Sí Señor, te seguiré! _ Pero ante las primeras contradicciones o pruebas se desanima y abandona el Camino. La segunda respuesta es la que describe a quién intenta seguir a Jesús, pero no le entrega su pasado.

Arrastra las cosas muertas de su vida, sus fracasos, sus errores, sus malas decisiones hasta que al final claudica, y la tercera es la que no puede establecer una relación íntima y afectiva con el Señor, entonces vuelve a otros “Amores” en los que apoya su confianza, pero sin confiar en Él.

Seguirlo sin “pero” es posible cuando confiamos, obedecemos y entregamos.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Sigue a Jesús con un “pero” y pronto lo perderás de vista.