Seguramente lo que debe haber oído y leído es que la edad que los científicos seculares atribuyen a los fósiles de animales se debe a que ellos no toman en cuenta el efecto del diluvio sobre los restos de animales que súbitamente quedaron sepultados bajo miles de toneladas de agua y corteza terrestre. Estos animales vivieron tanto antes del diluvio como poco tiempo después del diluvio, hasta que se extinguieron por las  nuevas y adversas condiciones para su especie, en el globo terrestre post-diluviano. Pero su consulta tiene más que ver con los supuestos fósiles de seres humanos. Pues bien, el modelo evolucionista presenta al hombre como evolucionando lentamente a partir de un antecesor no humano, mientras que el modelo creacionista sostiene que el hombre ha sido creado directamente como tal hombre, con un cerebro completamente humano desde el principio. La historia evolutiva que se enseña comúnmente en los centros educativos sugiere que tanto el hombre como los simios se derivan de un ancestro común desconocido que existió en algún sitio sobre este planeta hace unos 30 a 70 millones de años. La línea evolutiva que conduce al hombre moderno pasó a través de varias etapas culminando en el verdadero hombre hace unos tres millones a un millón de años. Desde aquel momento, la evolución física del hombre cedió su puesto a la evolución cultural y social. En apoyo de esta idea, los evolucionistas señalan un número de fósiles de hominoides, término que incluye tanto a los simios como a los hombres, y de homínidos, término que se aplica a la línea de individuos que conduce al hombre, pero que todavía son sub-humanos que presuntamente muestran varias etapas de la evolución pre-humana. Los creacionistas, por otra parte, sostenemos que éstos fósiles o bien son de simios o bien son de hombres, mas no de animales intermedios entre simios y hombres. De modo que, aún en términos de la cronología standard, y aceptando la evidencia fósil tal como se la presenta desde el punto de vista evolucionista, se puede demostrar que no hay evidencia objetiva de que el hombre ha evolucionado a partir de un simio, o de cualquier otra clase de especie animal. En todo lo que está relacionado con la verdadera evidencia fósil, el hombre ha sido siempre un hombre, y el simio ha sido siempre un simio. No hay formas intermedias o transicionales que conduzcan al hombre, así como tampoco hay formas transicionales entre las otras formas básicas de animales en el registro fósil. En definitiva, los famosos hombre-simio jamás existieron. El hombre siempre ha sido es y será como es en la actualidad.