No, la Biblia no contiene ninguna contradicción porque sencillamente es la palabra de Dios y Dios no puede contradecirse. Vamos a dar lectura al texto que se encuentra en Mateo 27:3-8. La Biblia dice: Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre.

Con esto en mente, vamos a dar lectura al texto que se encuentra en Hechos 1: 15-19. La Biblia dice: En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre.

Estos son los dos relatos del mismo evento. Son relatos complementarios, no repetitivos. Nuestra tarea es integrar las partes. Viendo que Jesús había sido condenado, Judas Iscariote devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos. Los principales sacerdotes y los ancianos le dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Tal vez desesperado y confundido, Judas Iscariote arrojó las treinta piezas de plata en el templo. Los principales sacerdotes no sabían qué hacer con las treinta piezas de plata que Judas Iscariote había arrojado en el templo. Mientras los principales sacerdotes y los ancianos deliberaban sobre este asunto, Judas Iscariote fue a un campo conocido como el campo del alfarero para ahorcarse. Algo debió haber salido mal en su intento de ahorcarse con la fatal consecuencia de que se cayó de cabeza se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Seguramente al saber lo sucedido, los principales sacerdotes y los ancianos decidieron usar las treinta piezas de plata para comprar el campo del alfarero y dedicarlo a la sepultura de los extranjeros, por lo cual aquel campo se llamó Campo de sangre o Acéldama. Por el hecho que el campo del alfarero se compró con el dinero que era de Judas Iscariote, es como si él mismo lo hubiera comprado, tal cual como lo registra el libro de los Hechos.